El domingo dentro de la octava de Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia (el día 30 de diciembre si no hay un domingo en la Octava). La lectura del Evangelio de este año nos recuerda la huida a Egipto para proteger al Niño de la cruel matanza ordenada por Herodes (San Mateo 2, 13-15.19-23). Pero más allá del pasaje evangélico que leemos, lo importante de esta fiesta es reflexionar sobre el valor que la institución de la familia tiene dentro del Plan de Dios para nuestras vidas y para toda la humanidad.
Hoy celebramos a Jesús, María y José, la Sagrada Familia de Nazaret. Podemos destacar en ellos la obediencia y el amor a Dios. La familia es tan importante, que el Señor quiso tener una. El Papa Francisco ha dicho que “la familia es el lugar más importante para transmitir la fe”. ¿Qué estamos haciendo para lograr esto? También ha dicho que “la familia manifiesta toda su belleza si está ‘anclada’ al amor de Dios”. Hermosas palabras del Santo Padre.
Pero a veces pareciera que nos dominan las cosas mundanas. Quizás no le damos importancia a ciertos asuntos, como la música que escuchan nuestros hijos, o a lo que ven por internet. Otras veces, aplaudimos a nuestros líderes, aunque tengan actitudes contrarias a nuestros valores.
¿Qué podemos hacer? Les propongo cosas sencillas. Comencemos por orar juntos antes de la cena. Qué bueno sería leer la Biblia, juntos en familia. Puede ser la lectura del día. Hacer un Rosario en el tapón de la mañana, entre otras.
Que este nuevo año que pronto comienza, estemos más cerca del Corazón de Cristo. Que seamos más como Jesús, María y José. Mi resolución para el 2020: Dejarme amar por Dios y disfrutarme ese amor.
¡Feliz Navidad!
Diác. Richie
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