La oración del corazón | La oración de algunos santos (5)

Gabriela Bossis (1874-1950): Esta gran mística francesa recibía mensajes de Jesús en los que le pedía una vida de comunicación amorosa y sencilla con Él. En su libro “Él y Yo”, que es su Diario y, tiene más de 50 ediciones, ella nos va desgranando los mensajes recibidos. Jesús quería que su vida fuera un continuo acto de amor y comunicación amorosa con Él. Veamos algunos mensajes:

Si supieras lo sensible que soy para las cosas pequeñas… Nada es pequeño para Mí (Nº 45 y 60). Pon tu felicidad en servirme en los más mínimos detalles, porque nada es pequeño, cuando se hace con amor (Nº 1466). Ofréceme tus acciones más ordinarias, las más pequeñas como un ramillete de flores de campo. ¿A quién no le gustan esas florecillas tan modestas? (Nº 761).

La oración del corazón | La oración de algunos santos (5)

Un Gloria al Padre puede producir allá a lo lejos una conversión, cambiar la actitud de un gobernante, pacificar un pueblo, ayudar al Papa, extender la acción de los misioneros, hacer vivir a Dios en el interior de las almas, someter a un moribundo difícil. ¿Qué no podrá lograr un solo Gloria al Padre, animado por la divina misericordia? (Nº 1477). No pierdas ni un minuto. Es poco el tiempo de la vida para salvar a tantas almas. Y no creas que la salvación se obtiene solamente con oraciones: todo sirve, aun las más ordinarias acciones de la vida de todos los días, cuando se vive la vida para Dios (Nº 1338).

Cuando estés despierta, durante la noche, llena esos momentos de amor por la comunión que vas a recibir a la mañana siguiente. Tiéndeme los brazos. Dame los nombres más dulces, aunque estés medio dormida (Nº 1257). Inventa continuamente maneras nuevas de amarme. ¿No te sentirás feliz de saber que me haces feliz? (Nº 663). Rodéame de flores, inventa delicadezas de cariño (Nº 703). Invita a los ángeles para que te ayuden. ¡Tengo tanto deseo de que estés más cerca! ¡Es tanto lo que tengo que darte y que decirte! ¡Ven, siempre más cerca! (Nº 981). Pide cada mañana ayuda a mi madre, al santo del día y a tu ángel (Nº 1027). Mientras tú duermes, yo no te quito de encima la mirada. Ruega a tu ángel que me ofrezca en tu nombre todas las respiraciones de tu reposo. ¡Qué sencillo es el amor! Despiertos, se ama; dormidos, también se ama (Nº 1118).

Ayuda a la gente. Sé siempre agradable. ¡Hay tanta gente que lleva una pesada cruz! Tú pasas diciendo una palabra con una sonrisa, y su alma se ilumina. Es un vigor como el que los ángeles me dieron en el desierto y en la hora de mi agonía. Imita a aquel ángel lleno de compasión. Los ángeles son vuestros hermanos mayores. Y dime siempre gracias. Me deleitan esas pequeñas y simples palabritas, que son como una caricia de amor (Nº 1126). ¿Te gusta que te den gracias? Pues a Mí también. Es la delicadeza del corazón (Nº 1226). Un gracias de amor es para mí más dulce de cuanto puedas imaginar (Nº 1343). Dame con frecuencia tu sonrisa y tu mirada cariñosa (Nº 1214).

¡Qué dulce es para Mí ese buenos días que me das, cuando te despiertas, al amanecer o a media noche! (Nº 1592). Trata de ofrecerme cada día algo de tu invención, como si cada día fuera una fiesta. Pregúntate: ¿Qué le ofreceré hoy para agradarle? ¿Qué dulce palabra le podré decir? (Nº 1559). Llámame con los nombres más dulces y eso con mucha frecuencia (Nº 1429).

¡Oh, si pudieras ver mi esplendor en el sagrario! ¡Mi poder y mi dulzura! ¡Y la corte de honor amorosa con que me rodean mis ángeles! Adora en unión con todos los santos y ángeles este cielo, que soy yo, en el sagrario. Ama con ellos, canta y alaba. Nunca será demasiado (Nº 1251). ¡Cuántas veces en mi sagrario he tenido las manos llenas de dones, pero nadie ha venido por ellos. Y, sin embargo, algunos habían entrado a la iglesia para una corta visita distraída, lejana, como si mi cuerpo estuviera muerto en la Eucaristía y mi alma allá arriba en el cielo… Esforzaos en pensar en la realidad de mi presencia eucarística para amarme! (Nº 1805). Yo os pido que vengáis a hacer una hora santa cada día para hacerme compañía en unión con los ángeles (Nº 1413).


Del libro “La oración del corazón”, por el Padre Ángel Peña… puede descargar este y otros de sus libros en autorescatolicos.org/angelpena.

Comentarios

  1. Yo José estoy en espera de sus mandatos de jesús, para obedecer y de momento no mi dices nada así que mucha pociecia.
    Paso el dia contestando lo que viene en el ordenador dela mejor forma y me veo muy dormido
    nose por que es esta situaccción. SI ESTO CAMBIA YO TE LO DIRE…………..

    Jose Cesar

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