A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo:
– «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron:
– «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
– «¿Qué va a ser este niño?»
Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.(Lucas 1, 57-66. 80)
Es interesante, pero cuando la Iglesia celebra la memoria de los santos lo hace en su “dies natalis”… o sea, la fecha de su nacimiento a la vida eterna, bien sea el día de su martirio o de su muerte piadosa…
Sin embargo, hay tres casos donde eso no es así: María, Juan el Bautista y Jesús… estás tres fiestas las celebramos en el día de sus nacimientos porque fueron acontecimientos salvíficos… son personas que eran santas desde sus orígenes, ya sea por la concepción inmaculada de la Virgen, por la elección y santificación por el Espíritu Santo de Juan en el seno de Isabel, o por la naturaleza divina de Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre…
En el calendario litúrgico, el nacimiento de Juan el Bautista está señalado en función del nacimiento de Jesús… por ejemplo, la fiesta de la Anunciación del ángel a María se celebra nueve meses antes de Navidad, o sea, el 25 de marzo… y el nacimiento de Juan el Bautista, tres meses después de esa fecha –el 24 de junio–, pues el ángel le dijo a María que su prima Isabel estaba en su sexto mes de embarazo…
Para los puertorriqueños, esta fiesta es muy significativa pues San Juan Bautista es nuestro patrono… por eso hoy quiero finalizar este Apunte pidiéndote que me acompañes a orar con este himno de la Liturgia de las Horas,
«¿Qué será este niño?», decía la gente
al ver a su padre mudo de estupor.
«¿Si será un profeta?, ¿si será un vidente?»
¡De una madre estéril nace el Precursor!Antes de nacer, sintió su llegada,
al fuego del niño lo cantó Isabel,
y llamó a la Virgen: «Bienaventurada»,
porque ella era el arca donde estaba él.El ya tan antiguo y nuevo Testamento
en él se soldaron como en piedra imán;
muchos se alegraron de su nacimiento:
fue ese mensajero que se llamó Juan.Lo envió el Altísimo para abrir las vías
del que trae al mundo toda redención:
como el gran profeta, como el mismo Elías,
a la faz del Hijo de su corazón.El no era la luz: vino a ser testigo
de la que ya habita claridad sin fin;
él no era el Señor: vino a ser su amigo,
su siervo, su apóstol y su paladín.Cántanle los siglos, como Zacarías:
«Y tú serás, niño, quien marche ante él;
eres el heraldo que anuncia al Mesías,
eres la esperanza del nuevo Israel.»El mundo se llena de gran regocijo,
Juan es el preludio de la salvación;
alabanza al Padre que nos dio tal Hijo,
la gloria al Espíritu que fraguó la acción. Amén.
Que Dios me los bendiga… y que por la poderosa intersección de San Juan Bautista nos conceda la gracia de vivir anunciando siempre a Jesucristo, Señor y Salvador nuestro…
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