El sol que baila

Natividad de San Juan Bautista
24 de junio de 1994

Querido padre Tomás:

Esta carta es tan importante que la voy a hacer muy breve. Trataré de “disminuir” la cantidad de palabras, con el fin de aumentar “el impacto”.

La función de San Juan Bautista con respecto a Cristo debería ser también la nuestra con respecto a Cristo en el Santísimo Sacramento.

«…en medio de vosotros está uno a quien no conocéis… a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia… “He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”… pero he venido… para que Él sea manifestado… “He ahí el Cordero de Dios”» (Jn 1, 26-36).

Lo que proclamamos en la consagración debería ser el propósito y el centro de todo nuestro ministerio: Hacer conocer a Jesús en el Santísimo Sacramento, a Quien muchos no lo reconocen.

Tal como un joven amigo me dijo hace poco. “Mira en el Evangelio y verás que la gente era llevada directamente a Jesús. Esto es lo que deberíamos hacer hoy, llevar a la gente directamente a Jesús en el Santísimo Sacramento. Actualmente Él sigue haciendo por cada uno de nosotros las mismas cosas maravillosas que hizo por la gente en el tiempo del Evangelio”.

Así como Juan Bautista señalaba al Cordero de Dios, así la Iglesia entera debería señalar al Santísimo Sacramento. Al igual que él, nosotros debemos “disminuir” para que Él pueda “crecer” y establecer Su reino.

Por esta razón, la primera aparición de la Santísima Virgen en Medjugorje fue el 24 de junio, fiesta de San Juan Bautista. Como el precursor, la Virgen está señalando a su Hijo en el Santísimo Sacramento, y quiere que hagamos lo mismo porque Ella expresamente pidió la adoración perpetua del Santísimo Sacramento.

A esto se debe, querido Tomás, que el sol en el cielo baila. ¿Y por qué es que muchos lo ven como una hostia? El sol señala al Hijo porque todo en la creación nos llama para que nos acerquemos a Jesús en el Santísimo Sacramento. El sol también señala al Hijo porque Su gloria viene pronto. Su gloria en la Eucaristía está por irrumpir y cuando lo haga: “Dichosos los que no han visto y han creído” (Jn 20,29).

Fraternalmente tuyo
en Su Amor Eucarístico,

Monseñor Pepe


Fuente: “Cartas a un hermano sacerdote”, por Rev. Vincent Martín Lucia y Rev. Mons. Josefino Ramírez, coautores.

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