Hoy, tercer domingo de Pascua, proclamamos el Evangelio de san Lucas 24, 35-48. Les confieso que, en mi adolescencia, al escuchar esta Lectura, pensaba que los discípulos eran tontos pues no se daban cuenta que Jesús estaba de frente. Al ir creciendo y madurando en mi fe, me doy cuenta de que muchas veces soy igual que ellos.
Me llama la atención este versículo: «¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior?» Me ha pasado que digo que confío en el Señor, pero luego actúo como si no confiara. Por ejemplo, al principio de mi quebranto de salud, hace más de nueve meses, pensé que era un asunto de días, o de hasta semanas. Pero fueron pasando los meses y no veía la sanación anhelada. No puedo decir que dudé del Señor, pero sí muchas veces sentí miedo por lo que podría pasar.
Hasta que un día, en oración me sale esta lectura y la personalicé. Es como si Jesús me hablara y me preguntara, Richie, ¿por qué te alarmas? Me di cuenta de que necesitaba vencer ese miedo y que, claro, no era con mis fuerzas, sino con las de Él.
Jesús se les presenta a los discípulos diciendo: «Paz a vosotros.» Pues Él sabía que ellos necesitaban paz en el corazón para poder entender aquello que estaban viviendo. Eran muchos los momentos intensos y difíciles que habían vivido y no era fácil digerir y analizar en pocos días. Jesús les ayudó a entender que todo aquello era el triunfo de la vida sobre la muerte y que era el plan de Dios.
Para ninguno de nosotros es fácil cargar la pesada cruz que llevamos. Pero comencemos por buscar la paz para nuestro corazón. Así podremos vencer las dudas y el miedo y pedirle al Señor que nos abra «el entendimiento para comprender las Escrituras.»
Gracias Señor, por tu paciencia y misericordia. Señor, ayúdame a reconocerte al partir el pan.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
Comentarios
Creo que las dudas o los miedos siempre van a estar, y se acrecientan más cuando uno esta enferma, a mi me ha pasado, incluso cuando he estado enferma rezaba y pedía a Dios por mi sanación y era como si Dios no me escuchaba y a veces lloraba , rezaba y nada y transcurría los días y me sentía peor, y le decía porque no me escuchas señor porque no me escuchas luego le pedía perdón porque todas estas cosas que nos suceden ayudan a acrecentar nuestra fe y a seguir cargando nuestra cruz.
Gracias Señor por tu misericordia, Amén
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