El Evangelio de hoy (Lucas 9, 28-36) narra la Transfiguración del Señor. Es un adelanto de la gloria de la Resurrección y previo a los días oscuros del arresto, tortura y asesinato de Nuestro Señor.
Pedro, Juan y Santiago estaban ante una visión de su gloria celestial, pero sabemos que no entendían completamente lo que allí estaba ocurriendo.
Jesús sabía que su muerte los estremecería y quiso regalarles esta visión para fortalecerlos, ante la crudeza de lo que iban a ser testigos los próximos días. Pedro tomó la palabra y dijo: «Maestro, qué bien se está aquí». Sin saber que eran llamados a bajar a la realidad de lo que les esperaba. Muchas veces nosotros tampoco entendemos y el Señor nos regala momentos especiales para fortalecernos.
Podemos decir que el hilo conductor de las lecturas de hoy es que fijemos los ojos en el cielo. El Señor quiere que lo escuchemos. Quiere que nos centremos en Él y en sus promesas. El Señor quiere mostrarnos su gloria, su amor y su misericordia y transformar nuestro corazón.
Cuenta la Palabra que «una voz desde la nube decía: Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.» El Señor da un anticipo de la vida deslumbrante que nos espera.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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