«Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios»… en la liturgia de este II Domingo de Adviento, Juan el Bautista se hace eco de las palabras del profeta Isaías… pero, ¿entendemos lo que esto significa…?
Los senderos, los valles, los montes y colinas, lo torcido y lo escabroso no son meras referencias a la naturaleza, sino que se refieren a nuestro corazón… somos nosotros quienes debemos prepararnos, dejando atrás nuestras actitudes “torcidas” y nuestros deseos “escabrosos”, “allanando” nuestro orgullo y nuestra soberbia, para “elevarnos” en la humildad que nos hará posible encontrarnos con Dios…
Oración para encender la segunda vela de Adviento
Los profetas mantenían encendida la esperanza de Israel. Nosotros, como un símbolo, encendemos esta segunda vela. El viejo tronco está rebrotando, florece el desierto… La humanidad entera se estremece porque Dios ha asumido nuestra carne.
Que cada uno de nosotros, Señor, te abra su vida para que brotes, para que florezcas, para que nazcas, y mantengas la esperanza encendida en nuestro corazón.
¡Marana tha! ¡Ven Señor Jesús!
Comentarios
El hombre siempre ha estado necesitado del amor de Dios. Los caminos escabrosos y torcidos del corazón son los que nos tienen alejados del Señor pero, una vez allanado ese camino, gozaremos de ese encuentro amoroso. Todo depende de uno. ¡Maranatha!
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