«La envidia y la ira acortan la vida, las preocupaciones hacen envejecer antes de tiempo. El que tiene un corazón alegre tiene buen apetito; lo que come lo aprovecha» (Eclesiástico 30, 24 y 25).
Día 18 | Hoy pídele a Dios saber leer tu propio interior
“Cuando la pulsión de la ira te golpee, no permitas que por tu intermedio, ella golpee con palabras o con gestos a quienes están cerca de ti. Cuando la veas venir, retírate al interior del cuarto de tu corazón y allí, si se lo pides, el Dios de la paz te serenará.”
— Padre Gustavo Jamut
Nuestro cerebro es como un gran computador que se ha ido programando para dar ciertas respuestas a los mismos estímulos… por ejemplo, cuando aprendemos a manejar nos acostumbramos a coordinar los pies, las manos y la vista… por eso, si se cruza otro auto en el camino, no nos detenemos a pensar que vamos a hacer… sino que reaccionamos en una fracción de segundo esquivando el otro auto para evitar un accidente… o no te ha pasado que vas de regreso a tu casa luego de un arduo día de trabajo… y vas tan ensimismado en tus pensamientos que al llegar no te acuerdas del viaje… llegaste “en modo automático”…
Otro ejemplo podría ser la persona que está luchando contra el alcoholismo… estar al lado de alguien que está tomando unas copas o pasar frente a un bar o ver un anuncio de cerveza en la televisión son señales que podrían causarle el deseo, a veces incontrolable, de beber…
Fíjate, durante mi época de universidad y al comienzo de mi carrera profesional yo acostumbraba fumar… fumaba todo el tiempo… pero era más marcado cuando salía con mis amigos a la discoteca o cuando nos reuníamos a jugar naipes… un día tuve un incidente con el cigarrillo que hizo que decidiera dejar de fumar… estaba en una reunión de negocios, acabamos de cenar y encendí un cigarrillo… comencé a sentirme mal… parecía que el mundo se alejaba y yo sentía que me iba con él… no sucedió nada más, pero fue un gran susto… esperé que pasara, apagué el cigarrillo y decidí en ese instante que no volvería a fumar… y lo estaba cumpliendo… hasta que una noche me reuní a jugar naipes con mis amigos… todo a mi alrededor me gritaba que fumara… finalmente tomé un cigarrillo y lo puse en mi boca, sin encenderlo… y así pude vencer la tentación aquella noche… cada vez que me venían los deseos, hacía lo mismo… hasta que poco a poco fueron desapareciendo… fui “desprogramando” mi cerebro a responder a ese ambiente con el deseo de fumar…
En nuestra vida espiritual nos pasa algo muy parecido a lo que me pasaba a mí con el cigarrillo… si eres igual que yo y que la mayoría de las personas, cuando acudimos al sacramento de la reconciliación siempre confesamos los mismos pecados… es que estamos programados a responder a las tentaciones de la misma manera, pecando… y el enemigo se encarga de tentarnos con esas cosas que nos hacen caer más fácilmente…
Los pecados capitales son siete: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza… recuerdo que una vez fui a un retiro y pensaba que sabía cuál era “la pata de la que yo cojeaba”… y me decía a mí mismo: mi problema es con tal pecado, pero los otros en realidad no me afectan… ¡qué equivocado estaba… acabé cojeando de todas “las patas”…!!! Hoy solamente vamos a hablar sobre dos de ellos —la envidia y la ira— pero sabes que lo mismo aplica a todos los demás…
Un hombre se compra un coche nuevo y su vecino, en lugar de alegrarse por él, desea que se lo roben o que tenga un accidente… eso es envidia… y si no se combate a tiempo puede terminar por envenenar el alma… la atormenta y le roba la alegría… puede convertirse en murmuración… en odio… y llevar hasta la muerte espiritual… la envidia fue el pecado de Caín… mató a su propio hermano por envidia de él…
Solemos pensar en la ira como la vemos en las películas, cuando la gente se enfurece y grita con furia y rabietea… pero la ira puede tener muchas caras… por ejemplo, puede manifestarse como desilusión… enojo… malhumor… amargura… sarcasmo… rencor… nos hace guardar resentimiento… e incita en nosotros el deseo de venganza… hasta nos puede llevar a ofender y abusar física y verbalmente de alguien…
El día de hoy es para tomar consciencia de nuestras debilidades… y cómo estas afectan nuestra vida y la de aquellos que nos rodean… pidámosle a Dios que nos muestre nuestro interior… y nos ayude a reconocer nuestros pecados y las situaciones que nos empujan hacia ellos… con su ayuda, podemos romper ese círculo vicioso y tomar el control de nuestra vida espiritual…
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