El camino de la fe | Día 14

El camino de la fe | Día 14

«El Señor… me dijo: “Te basta mi gracia, mi mayor fuerza se manifiesta en la debilidad”. Con mucho gusto, pues, me preciaré de mis debilidades, para que me cubra la fuerza de Cristo» (2 Corintios 12, 9).

Día 14 | Hoy pídele a Dios el discernimiento de cómo obrar ante cada tentación

“Cuando viene la tentación, no te asustes, no te desanimes, lucha con las fuerzas del Señor y clama a Él, pues ha llegado el momento de regar con oración la propia debilidad.”

— Padre Gustavo Jamut

Lo primero que tenemos que tener claro es que la tentación no es pecado… Jesús mismo fue tentado en el desierto y en otras ocasiones durante su ministerio público… lo que es pecado es consentir a la tentación… abrirle la puerta de nuestro corazón y darle permiso para “hacer fiesta” dentro de nosotros… por eso es importante entender que con la tentación ni se dialoga… ni se negocia… ni se deja para luego… sencillamente, al mínimo indicio de su llegada, le cerramos la puerta de plano en la cara… si no lo hacemos, corremos el riesgo de caer en sus garras y terminar en pecado…

Una vez le dije a un amigo que en nuestra lucha contra las tentaciones teníamos que batallar contra dos enemigo y un traidor… los dos enemigos son el mundo y el demonio… esos los conocemos bien… pero el traidor es el más difícil de detectar porque somos nosotros mismos… la concupiscencia de la carne, que constantemente está confabulando para que caigamos… eso es lo que ilustra esta historia de Tony de Mello,

Había un monje que vivía en el desierto y era atormentado por las tentaciones de tal modo que decidió abandonar el monasterio… cuando estaba calzándose las sandalias para irse, vio cerca de él a otro monje que también se estaba poniendo las sandalias… “¿Quién eres tú?”, le preguntó… “Soy tu yo”, fue la respuesta, “si es por mi causa que abandonas este lugar, debo dejarte saber que, vayas donde vayas, yo iré contigo”.

Fíjate, cuando las tentaciones vienen de afuera —del mundo o del demonio—, son más fáciles de discernir… estas se nos presentan como estímulos a los sentidos… bien sea por situaciones de pecado que nos rodean… o por situaciones concretas que el enemigo utiliza para hacernos caer… pero cuando la tentación viene de dentro de nosotros mismos… se presenta como sentimientos que nos empujan a satisfacer nuestras necesidades emocionales y físicas… por lo que resultan más difíciles de reconocer…

Ninguno de nosotros está exento de las tentaciones… el Papa Francisco decía el año pasado que: “Todos somos pecadores y todos somos tentados y la tentación es el pan nuestro de cada día. Si alguno de nosotros dijese: ‘Pero yo jamás he tenido tentaciones’, o eres un querubín o eres un poco tonto, ¿no? Se entiende…”

Las tentaciones son parte de nuestra naturaleza humana… pero Dios nos invita a luchar contra ellas… esa es la intención de Jesús cuando nos invitó a «sean perfectos como es perfecto su Padre celestial»… también cuando en Getsemaní le dijo a Pedro, Santiago y Juan «velen y oren para que no caigan en tentación»… ¡pero ellos se durmieron…!!!

Esa es nuestra meta en este día… no dormirnos ante la tentación… estar en vela, orando… conscientes de nosotros mismos… de nuestras debilidades… de nuestros miedos… de nuestra soledad… de nuestra falta de perdón… de todas esas cosas que nos privan de tener dominio propio… especialmente la vista y la imaginación… que es por donde “entran” los malos deseos al corazón… pero si te dispones a dar la batalla, el Señor vendrá a tu auxilio y te concederá la fortaleza para vencer…

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