identifica
tus tentaciones
y piensa cómo vencerlas
Todos —absolutamente todos— tenemos tentaciones. ¡Imagínate, que hasta Jesús fue tentado por el diablo en el desierto! Las tentaciones pueden venir de tres lugares: de la carne (nuestra concupiscencia); del mundo (las situaciones de pecado que nos rodean); y del demonio. Pero ojo, sentir una tentación no es pecado… el pecado viene si consentimos a la tentación. O sea, si le abrimos la puerta y nos vamos de fiesta con ella. Por eso es importante recordar dos cosas: estar en guardia, vigilantes en todo momento; y siempre contar con la ayuda de Dios. Las recomendaciones no son mías, sino del mismo Jesús, que estando en el Huerto de Getsemaní le dijo a los apóstoles que velaran y oraran para que no cayeran en tentación.
Hoy recemos al Padre con la oración que Jesús nos enseñó:
Padre nuestro
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.
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