sé coherente
no pretendas ser lo que no eres,
no digas lo que no piensas
El día de hoy la Iglesia recuerda a San José, esposo de la Virgen y padre adoptivo de Jesús. En las Escrituras vemos como Dios siempre escoge lo pequeño para hacer las más grandes cosas. San José no fue la excepción. Un hombre común y corriente —como tú y como yo— pero con una fe inquebrantable en Dios. Su vida fue testimonio de abandono total a la Voluntad Divina. Por eso Mateo nos dice que José era un hombre “justo”, que en lenguaje bíblico quiere decir un hombre santo, servidor de Dios y cumplidor de su Voluntad. ¿Sabes en qué radicó la grandeza de San José? En que siempre supo quién era y cuál era su misión, y siempre vivió de acuerdo a lo que Dios esperaba de él.
La Cuaresma nos ofrece muchas oportunidades para imitar a San José… hoy te invito a orar con esta oración poniéndonos a su cuidado y protección:
San José bendito, tú has sido el árbol elegido por Dios no para dar fruto, sino para dar sombra. Sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó padre y al que te entregaste del todo. Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser fiel en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos de Cristo y María, expresión de tu donación sin límites. Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Amén.
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AMÉN.
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