Este domingo celebramos la fiesta del Bautismo del Señor con la que finalizamos el tiempo de Navidad y nos disponemos a caminar el tiempo ordinario. La lectura del Evangelio de hoy es breve pero impresionante: el cielo se abre y baja el Espíritu Santo en forma de paloma, a la vez que se escucha la voz del Padre: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto» (Mateo 3, 13-17).
¿Recuerdas la fecha de tu Bautismo? Yo recuerdo la mía, fue un 20 de diciembre, y también tengo anotada la fecha de mis hijos y nietos, para felicitarlos.
¿Por qué es importante recordarla? Al nacer somos criaturas de Dios y al recibir el Bautismo, nos convertimos verdaderamente en hijos de Dios en Cristo. Es nuestra iniciación como cristianos y nos abre la puerta a los demás sacramentos. Es un día importante en nuestras vidas, pues llevamos la presencia del Espíritu Santo en nosotros. Es un sello indeleble (imborrable) de que somos de Cristo. Ese día nacemos a la vida espiritual.
¿Cómo está tu vida espiritual? Estamos llamados a cuidar nuestra alma, al igual que cuidamos nuestro cuerpo. No bajemos la guardia. Dios quiere provocar un cambio en nuestras vidas. El orgullo, la soberbia, los caprichos nos paralizan en nuestro crecimiento espiritual. Decide cambiar por amor. ¿Cómo? ¡Adorándolo! Déjate abrazar por Jesús. Él hace la voluntad del Padre, por amor a ti y a mí.
¡Adelante con fe!
Diác. Richie
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