Generalmente nos cuesta mucho ser corregidos, pero nos encanta corregir a los demás. El Evangelio de hoy (Mateo 18,15-20) nos enseña cómo y cuándo corregir. Pero la frase que más me llama la atención es «Si te hace caso, has salvado a tu hermano» (v 15).
O sea, que el objetivo no es ridiculizar, ni hacer una lista de defectos, ni mucho menos poner en evidencia. No es estar corrigiendo a todos, ni hacer críticas producto de mis juicios. Sino que el objetivo es la salvación de mi hermano.
Decimos que amar se aprende amando y lo destaca hoy San Pablo en la Segunda Lectura: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Romanos 13,8-10).
A este tipo de corrección le llamamos ‘corrección fraterna’. Lamentablemente hoy escasea en nuestras vidas. Quizás por miedo, vergüenza o desconocimiento.
Esto se hace en un ambiente de oración y como dijimos, el objetivo es buscar el bien del otro. Buscando siempre la unidad.
Recuerdo una ocasión tuvimos que confrontar a unos hermanos. Sentíamos mucho temor, pues no sabíamos cuál sería la reacción. Nos reunimos frente al Sagrario, nos atrevimos y compartimos nuestras inquietudes. Después de un dialogo profundo, salimos de allí más unidos y fortalecidos todos.
No es fácil acercarse a un hermano para corregirlo pero, en oración, el Señor te va a dar las palabras y las gracias necesarias.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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AMÉN.
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