La liturgia está llena de pequeños detalles que la llenan de una riqueza espiritual inmensa… pero si no los conocemos (o estamos distraídos), pueden pasar desapercibidos a nuestros ojos…
Por ejemplo, justo al comienzo de la Misa, cuando el sacerdote se acerca al altar… es como si en el techo del templo se abriera un gran agujero por donde la Santísima Trinidad se asoma para contemplar nuestra celebración… el templo comienza a llenarse de ángeles… y junto con ellos llegan los santos y la Virgen… mientras el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo se acomodan para escuchar y ver con mucho interés cada palabra y cada gesto que el sacerdote y nosotros vamos a decir y hacer…
Entonces, el primer gesto que hace el sacerdote es besar el altar… ¿por qué lo hace…? Porque el altar representa a Jesús… y porque en ese lugar, Él se hará presente unos minutos después… y nada más llegar se encontrará con ese beso esperándolo… ¿no te parece un gesto precioso…?
Pues te cuento algo… si llegamos con tiempo a la Misa… después de saludar a Jesús en el sagrario con una reverencia, podemos llegar a nuestro banco y arrodillarnos a hablar un momento con Él… y nada sería más hermoso que depositar desde nuestro corazón un beso sobre el altar… diciéndole que lo dejamos allí para que Él lo encuentre cuando llegue… ese beso representa cuánto le amamos… has el intento hoy, verás que alegre se pone el Señor… ¡feliz domingo y feliz Eucaristía…!!!
Estas pequeñas cápsulas están inspiradas en el app iMisa y el libro “La misa: antes, durante y después”, ambos del Padre José Pedro Manglano.
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