8 de diciembre
ponte en las manos de Dios
sé concreto y piensa en lo que hoy puedes hacer por Él
Este domingo se juntan dos celebraciones… Por un lado, la liturgia del segundo domingo de Adviento nos presenta la figura de Juan el Bautista y su invitación a la conversión. Por otra parte, el día 8 de diciembre la Iglesia celebra la solemnidad de la Inmaculada Concepción. En algunos lugares la Inmaculada Concepción se traslada para mañana lunes, y así se celebran las dos fiestas con sus lecturas correspondientes. Sea de una forma u otra, hoy quisiera que nos fijáramos en algo que tienen en común Juan el Bautista y la Virgen María.
María era muy joven cuando se le presentó el ángel. Algunos piensan que apenas llegaba a los 15 años cuando recibió el anunció de que Dios la había escogido para ser la Madre del Mesías. En ese momento, es posible que María no entendiera todo lo que Dios esperaba de ella. Claro que era un privilegio inmenso ser la Madre del Mesías, del Ungido, del Salvador. Pero ser la Madre de Dios mismo era algo sin precedente… y Dios no sólo la había elegido para ser su Madre, ¡sino que esperaba su consentimiento! María confiaba plenamente en los planes divinos y contestó con un abandono total a la Voluntad de Dios: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Juan el Bautista es el eslabón que une el Antiguo y el Nuevo Testamentos. Su madre, Isabel, era pariente de María y tenía 6 meses de embarazo cuando el ángel la visitó. Juan pudo haber sido sacerdote como su padre Zacarías, sin embargo se retiró al desierto donde vivió una vida austera. Allí bautizaba en el Jordán y su predicación se centraba en el arrepentimiento y la conversión. Esa misma predicación fue la causa de su muerte a manos de Herodes. Juan sabía dos cosas: que el Mesías esperado venía después de él—por eso le llamamos el precursor—, y que ese Mesías era tan y tan y tan grande y tan importante que él no era digno ni siquiera de llevarle las sandalias.
Tanto María como Juan Bautista vivieron abandonados a la Voluntad de Dios, y le ofrecieron lo más preciado que ellos tenían: sus vidas. El Adviento se trata también de esto… piénsalo, si le estamos preparando un pesebre en nuestro corazón al Niño Dios, ¿no deberíamos tener corazones dispuestos a acogerle, humildes y deseosos de hacer su Voluntad?
Hoy es día de reflexionar… ¿Qué nos está pidiendo Dios en este Adviento? ¿De verdad nos abandonamos en sus manos, o tratamos de “convencerlo” para que Él haga las cosas como nosotros queremos? Ya queda poco para que llegue Jesús, saca un rato para orar y pídele que te conceda la gracia de buscar siempre su Voluntad.
La frase para la reflexión de cada día de Adviento está tomada del Calendario de Patricia y Nacho (con la ayuda de Enca y Nito) y se inspira en las lecturas del día.
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AMÉN.
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