4 de diciembre
comparte algo con los demás
una charla, un abrazo, unas risas, la cena…
La liturgia de este día nos presenta la multiplicación de los panes y los peces. No sé tú, pero cuando yo leo este pasaje me imagino lo que habrá pasado por la mente de los apóstoles. La multitud se llenó el estómago sin saber de dónde había salido su alimento, pero aquellos doce hombres deben haberse sentido confundidos y maravillados cada vez que sacaban un pan y un pedazo de pescado, ¡y veían que las canastas seguían llenas!
Con Dios siempre sucede de esa forma. Él siempre, siempre, siempre nos da más de lo que le pedimos. ¡Qué te digo, si el mayor ejemplo nos lo dio el mismo Jesús! El pueblo pedía un salvador y no le bastó con enviarnos a alguien, sino que vino Él mismo en persona. Aquella noche en Belén, en una cueva rodeado de pastores y animales, Jesús se despojó de su divinidad para convertirse en la más débil y frágil de todas las criaturas: un pequeño niño recién nacido.
Es lo mismo que Jesús sigue haciendo cada día, sobre cada altar, en cada Misa, cuando se hace presente en un insignificante pedacito de pan y se nos da como alimento de vida eterna. Hace dos mil años sació el hambre física de una multitud y hoy sacia el hambre espiritual del mundo entero.
Este Adviento, hagamos el propósito de dar más de nosotros, no tienen que ser cosas grandes y fastuosas, sino las cosas sencillas de cada día: un abrazo, una sonrisa, una mano amiga… “un trozo de pan y un poco de pescado”. Más que dar, Adviento se trata de darse… mira a Jesús en el pesebre y entenderás lo que te digo.
La frase para la reflexión de cada día de Adviento está tomada del Calendario de Patricia y Nacho (con la ayuda de Enca y Nito) y se inspira en las lecturas del día.
Comentarios
Amén gloria a ti mi amado señor Jesucristo
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.