El Diario de la Santa Faustina está lleno de tesoros. A través de sus líneas podemos ver como Jesús la fue llevando, poco a poco, a abandonarse por completo en su Divina Misericordia. Estos consejos de Jesús también son de provecho para nosotros, si nos embarcamos con Santa Faustina en este viaje místico de hacer la Voluntad de Dios el propósito de nuestra vida.
En una ocasión, Jesús dirigió a Santa Faustina durante tres días de ejercicios espirituales, los cuales le fue dictando Él mismo. Dentro de ese pequeño retiro, Jesús le dio lo que ella llamó la “Conferencia sobre la lucha espiritual” (Diario 1760).
A continuación les comparto esta Conferencia, cada frase de Jesús va acompañada de una pequeña aplicación práctica de sus consejos.
Hija mía, quiero enseñarte acerca de la lucha espiritual.
1.- Nunca confíes en ti misma, sino que abandónate totalmente a Mi voluntad.
La confianza es un arma espiritual. La confianza es parte del escudo de la fe de que San Pablo menciona en la Epístola a los Efesios (6,10-17): la armadura del cristiano. El abandono a la voluntad de Dios es un acto de confianza; la fe en acción disipa los malos espíritus.
2.- En la desolación, en la oscuridad y en las dudas recurre a Mí y a tu director espiritual, él te responderá siempre en Mi nombre.
En tiempos de guerra espiritual, reza inmediatamente a Jesús. Invoca Su Santo Nombre, que éste es muy temido en el inframundo. Trae las tinieblas a la luz diciéndoselo a tu director espiritual o confesor, y sigue sus instrucciones.
3.- No negocie con cualquier tentación; enciérrate inmediatamente en Mi Corazón.
En el Jardín del Edén, Eva negoció con la serpiente y perdió. Tenemos que recurrir al refugio del Sagrado Corazón. Corriendo hacia Cristo, es como le damos la espalda a lo demoníaco.
4.- A la primera oportunidad, releva la tentación a tu confesor.
Una buena confesión, un buen confesor, y un buen penitente, son una receta perfecta para la victoria sobre la tentación y la opresión demoníaca, ¡esto no falla!
5.- Pon el amor propio en el último lugar, de modo que éste no contamine tus obras.
El amor propio es natural, pero debe ser ordenado, libre de orgullo. La humildad vence al diablo, que es el orgullo perfecto. Satanás nos tienta al amor propio desordenado, que nos lleva a la piscina del orgullo.
6.- Ten gran paciencia contigo misma.
La paciencia es un arma secreta que nos ayuda a mantener la paz de nuestra alma, incluso en las grandes tormentas de la vida. La paciencia con uno mismo es parte de la humildad y la confianza. El diablo nos tienta a la impaciencia, a que se vuelva contra nosotros mismos de modo que nos enojemos. Mírate a ti mismo a la vista de Dios. Él es infinitamente paciente.
7.- No descuides las mortificaciones interiores.
La Escritura enseña que algunos demonios sólo pueden ser expulsados con oración y ayuno. Las mortificaciones interiores son armas de guerra. Pueden ser pequeños sacrificios ofrecidos con gran amor. El poder del sacrificio por amor desaloja al enemigo.
8.- Siempre justifícate a ti misma las opiniones de tus superiores y de tu confesor.
Cristo habla a Santa Faustina que vive en un convento. Pero todos tenemos personas con autoridad sobre nosotros. El diablo tiene como objetivo dividir y conquistar, de manera que la humilde obediencia a la auténtica autoridad es un arma espiritual.
9.- Rechaza las murmuraciones como a una plaga.
La lengua es una poderosa embarcación que puede hacer mucho daño. Estar murmurando o chismeando, nunca es de Dios. El diablo es un mentiroso que suscita acusaciones falsas y chismes que pueden matar la reputación de una persona. Rechaza las murmuraciones.
10.- Que todos se comporten como quieran, tu compórtate como Yo exijo de ti.
No dejarse influenciar por la opinión de los demás es clave en la guerra espiritual. El diablo es un entrometido que intenta arrastrar a todo el mundo. Agrada a Dios y deja que las opiniones de los demás vayan por el camino.
11.- Observar la regla tan fielmente como te sea posible.
Jesús se refiere a la regla de una Orden Religiosa. La mayoría de nosotros hemos hecho algún voto delante de Dios y de la Iglesia, y debemos ser fieles a nuestras promesas—por ejemplo, votos matrimoniales y promesas bautismales. Satanás tienta a la infidelidad, la anarquía y la desobediencia. La fidelidad es un arma para la victoria.
12.- Después de sufrir un disgusto, piensa qué cosa buena podrías hacer para la persona que te ha hecho sufrir.
Ser una fuente de misericordia divina es un arma para hacer el bien y para derrotar el mal. El diablo trabaja sobre el odio, la ira, la venganza y la falta de perdón. Otros nos han hecho daño en algún momento. ¿Qué bien le podemos devolver a cambio? Regresar una bendición rompe maldiciones.
13.- No derrame tus sentimientos.
Un alma habladora será más fácilmente atacada por el demonio. Derrama tus sentimientos sólo ante el Señor. Recuerde, los espíritus buenos y malos escuchan lo que dices en voz alta. Los sentimientos son efímeros. La verdad es la brújula. El recogimiento interior es una armadura espiritual.
14.- Calla cuando te amonestan.
La mayoría de nosotros hemos sido reprendidos o amonestados en algún momento. No tenemos ningún control sobre eso, pero sí podemos controlar nuestra respuesta. La necesidad de tener la razón todo el tiempo puede conducirnos a trampas demoníacas. Dios sabe la verdad. Déjala ir. El silencio es una protección. El diablo puede utilizar el fariseísmo para hacernos tropezar también.
15.- No le pidas la opinión de todos sino sólo a tu director espiritual; con él sé sincera y sencilla como una niña.
La simplicidad en la vida puede expulsar a los demonios. La honestidad es un arma para derrotar a Satanás, el mentiroso. Cuando mentimos ponemos un pie en su terreno y él intentará seducirnos aún más.
16.- No te desanimes por la ingratitud.
A nadie le gusta ser subestimado. Pero cuando nos encontramos con la ingratitud o la insensibilidad, el espíritu de desánimo puede ser una carga para nosotros. Resiste todo desaliento porque eso nunca proviene de Dios. Es una de las tentaciones más eficaces del diablo. Ten gratitud en todo y saldrá ganando.
17.- No examine con curiosidad los caminos por donde te conduzco.
La necesidad de saber, y la curiosidad por el futuro, es una tentación que ha llevado a muchas personas a los cuartos oscuros de los psíquicos, brujas, etc. Elige caminar en la fe. Decídete a confiar en Dios, quien te lleva por el camino al cielo. Resiste siempre al espíritu de curiosidad
18.- Cuando el aburrimiento y el desánimo golpean contra tu corazón, huye de ti misma y escóndete en mi Corazón.
Jesús presenta el mismo mensaje una segunda vez. Ahora Él se refiere al aburrimiento. A principios del Diario, Él le dijo a Santa Faustina que el diablo tienta más fácilmente a las almas ociosas. Ten cuidado con el aburrimiento, el espíritu de letargo o acedia. Las almas ociosas son presa fácil de los demonios. Ocúpate de las cosas de Dios.
19.- No temas a la lucha; a menudo la valentía intimida a las tentaciones, y ellas no se atreven a atacarnos.
El miedo es la segunda táctica más común del diablo (el orgullo es la primera). La valentía intimida al diablo, él huirá ante el perseverante coraje que se apoya en Jesús, la roca. Todas las personas luchan, y Dios es nuestra provisión.
20.- Lucha siempre con esta profunda convicción de que Yo estoy a tu lado.
Jesús instruye a una hermana en un convento para “luchar” con convicción. Ella puede hacerlo porque Cristo la acompaña. Los cristianos estamos llamados a luchar con convicción en contra de todas las tácticas demoníacas. El diablo trata de aterrorizar a las almas, debes resistir al terrorismo demoníaco. Invoca al Espíritu Santo durante el transcurso del día
21.- No te dejes guiar por el sentimiento, porque él no siempre está bajo tu control; todo el mérito está en la voluntad.
Todo el mérito radica en la voluntad porque el amor es un acto de la voluntad. Somos completamente libres en Cristo. Tenemos que hacer una elección, una decisión para bien o para mal. ¿En qué campo vivimos?
22.- Siempre depende de tus superiores, incluso en las cosas más pequeñas.
Cristo está instruyendo una religiosa aquí. Pero, todos tenemos al Señor como nuestro Superior. La dependencia de Dios es un arma de guerra espiritual porque no podemos ganar por nuestros propios medios. Proclamar la victoria de Cristo sobre el mal es parte del discipulado. Cristo vino a derrotar a la muerte y el mal, ¡proclámalo!
23.- No te hagas ilusiones con la paz y los consuelos, sino que prepárate a grandes batallas.
Santa Faustina sufrió física y espiritualmente. Ella estaba preparada para grandes batallas por la gracia de Dios que la sostuvo. Cristo nos instruye claramente en las Escrituras para estar preparados para grandes batallas, para ponernos la armadura de Dios y resistir al diablo (Ef. 6,11). Está atenta y discierne siempre.
24.- Has de saber que ahora estás sobre un escenario donde te observan toda la tierra y el cielo.
Estamos todos en un gran escenario donde el cielo y la tierra están viendo. ¿Qué mensaje estamos dando con nuestra forma de vida? ¿Qué irradia de nosotros, luz o oscuridad? ¿La forma en que vivimos atrae más luz o más oscuridad? Si el diablo no tiene éxito en llevarnos a la oscuridad, tratará de mantenernos en la categoría de los tibios, que no es agradable a Dios.
25.- Lucha como un caballero, de modo que Yo pueda recompensarte. No seas excesivamente temerosa, porque tú no está sola.
Las palabras del Señor a Santa Faustina pueden convertirse en nuestro lema: ¡Lucha como un caballero! Un caballero de Cristo sabe bien la causa por la que él lucha, la nobleza de su misión, el Rey a quien le sirve; y con la bendita certeza de la victoria, él lucha hasta el final, incluso a costa de su vida. Si una joven, sin educación, una simple monja polaca unida a Cristo, puede luchar como un caballero, todo cristiano puede hacer lo mismo. La confianza es victoriosa.
Palabras de Jesús tomadas del número 1760 del Diario de Santa Faustina, “Conferencia sobre la lucha espiritual”… las reflexiones están adaptadas de las publicaciones de Píldoras de fe y Catholic Exchange… autor original: Kathleen Beckmanen…
Comentarios
Reparadoras y maravillosas palabras que inspiran el deseo de caminar por las sendas indicadas y preferidas por Dios y Jesús, que en su nombre todo es posible.
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