19 de diciembre: guarda silencio

19 de diciembre
guarda silencio
deja que tus sentidos escuchen el mundo detrás de tu voz

19 de diciembre: guarda silencio

Zacarías e Isabel eran ancianos.  Isabel, además, era estéril por lo que no tenían hijos.  Esto se consideraba una vergüenza en el pueblo de Israel, por lo que Zacarías había orado a Dios pidiendo la bendición de un hijo.  Zacarías era sacerdote y esa mañana le había tocado ofrecer el sacrificio de incienso en el Santuario del Templo.  Era un rito rápido: el sacerdote ofrecía el incienso mientras el pueblo oraba afuera.  Por eso le extrañó a todos que Zacarías tardara en salir.  Mientras Zacarías estaba en el Santuario, se le apareció el arcángel Gabriel (el mismo arcángel que 6 meses después visitaría a la Virgen María).  Zacarías tuvo temor, pero Gabriel lo tranquilizó dándole una buena noticia: su oración había sido escuchada, Isabel le daría, no solo un hijo, sino un hijo santo que anunciaría la llegada del Mesías.  Su nombre, dijo el ángel, será Juan… nosotros lo conocemos como “el Bautista”.

Esta es una historia hermosa… pero Zacarías, a pesar de ser sacerdote, a pesar de conocer el poder de Dios y a pesar de haber pedido un milagro, dudó.  Gabriel le dio un signo: quedaría mudo hasta que se cumpliera lo que le había anunciado.  El silencio de Zacarías fue impuesto, pero estoy seguro que él nunca sintió tan cerca a Dios ni escuchó Su Voz con tanta claridad como aquellos 9 meses antes de que naciera su hijo.

Zacarías debería ayudarnos a comprender un poco mejor estos últimos días de Adviento.  Fíjate, las personas hablamos mucho y escuchamos poco.  Fue lo que le pasó, por hablar muy rápido no prestó suficiente atención a todo lo que había en el mensaje del ángel.  Oyó pero no escuchó lo que Dios le decía.

En Adviento corremos el mismo riesgo que Zacarías.  Déjame explicarlo de otra forma.  Dios nos está hablando siempre.  Nos habla a nuestro corazón.  Nos habla a través de los sucesos que ocurren a nuestro alrededor.  Nos habla a través de la liturgia diaria, de los sacramentos, de la Iglesia.  Pero aunque nos habla continuamente, lo hace muy bajito, casi en susurros… y si estamos llenos de ruido—o si siempre estamos hablando—no podemos escuchar Su Voz. Estos días que nos quedan son días de hacer silencio y afinar el oído de nuestro interior.  Recuerda que Dios se apresta a llegar, pero viene como un pequeño Niño y si estamos hablando corremos el riesgo de perdernos todo lo que Él nos quiere decir.


La frase para la reflexión de cada día de Adviento está tomada del Calendario de Patricia y Nacho (con la ayuda de Enca y Nito) y se inspira en las lecturas del día.

Comentarios

  1. AMÉN.

    PEDRO ARSENIO LAVARREDA ANLÉU.

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