Había una vez una gran sequía… el pueblo, un pueblo mayormente agrícola, vivía de las cosechas que sembraban… y sus habitantes pasaban grandes penurias porque las cosechas se estaban echando a perder por la falta de lluvia…
Dentro de su desesperación acudieron al sacerdote del pueblo para que les ayudara… y éste les exhortó a hacer ayuno y oración pidiéndole al Señor un milagro… después de nueve días se reunirían en la Iglesia para ofrecer una Misa en acción de gracias por esa lluvia que le estaban pidiendo al Señor…
Todos en el pueblo ayunaron… y cada mañana y cada tarde, por nueve días corridos, se reunían en la plaza del pueblo para rezar el Rosario todos juntos… al cumplirse el plazo fueron todos a la Iglesia para celebrar la Misa por su intención… se veía la expectativa en sus rostros cuando el sacerdote comenzó la celebración,
“¿Cuántos aquí esperan un milagro del Señor en el día de hoy?”, les dijo… a lo que el pueblo, a una sola voz, respondió con un gran “¡AMÉN!”…
“Entonces, supongo que todos ustedes trajeron sus paraguas…”, pero ninguno lo había llevado…
A nosotros, muchas veces, nos sucede como a la gente de este pueblo… pasamos por nuestros momentos difíciles… y cuando la prueba aprieta nos postramos de rodillas pidiéndole a Dios que nos ayude… pero a la misma vez le ponemos limitaciones a lo que Él puede y quiere realizar e nuestras vidas… como dice las frase: “no se trata de creer en Dios, sino de creerle a Dios”… y su Palabra está llena de promesas maravillosas… solamente tenemos que creerlas para ver como su gloria se manifiesta en nosotros…
Comentarios
WOW!!! apartir de ahora cargare con mi paraguas, y me dispondré a recibir sus maravillas!!!
Gracias por compartir*
definitivamente tenemos que prepararnos mas en la fe…
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