El Evangelio de hoy (Marcos 10, 46-52) nos sorprende con una hermosa escena. Jesús, caminando con la multitud y se cruza con el ciego Bartimeo, quien grita con insistencia pidiendo ayuda. Jesús, lo atiene, lo escucha y le pregunta: «¿Qué quieres que haga por ti?»
La respuesta no se hace esperar: «Maestro, que pueda ver.» Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.» Dice la Palabra que «al momento recobró la vista.»
Este es el Jesús que conocemos, cercano, que escucha, se interesa, sana, que te llama y que salva. Hoy, Jesús te hace la misma pregunta a ti: «¿Qué quieres que haga por ti?»
¿Qué vas a responder? Te sugiero que respondas como el ciego: «que pueda ver» … Señor Jesús, abre mis ojos del alma, para que pueda ver y gozar tus maravillas. Señor, abre mis ojos para que pueda ver mis faltas y pedir perdón a aquel que ofendí. Señor abre mis ojos y los de mi familia para que juntos podamos cargar la cruz con alegría.
Al final, dice el Evangelio que «lo seguía por el camino.» Claro, porque después de ver a Jesús, experimentar Su amor y la sanación del alma no podemos hacer otra cosa más que seguirlo y anunciarlo a todos.
De nuevo, hoy la pregunta es para ti: «¿Qué quieres que haga por ti?»
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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