En el Evangelio de hoy, tomado de san Marcos 4, 35-41, los discípulos le preguntas a Jesús: «Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?»
Confieso que más de una vez me he encontrado preguntándole a Jesús lo mismo. ¿Te ha pasado? A veces nos desesperamos y queremos que Dios nos conteste de inmediato y con la respuesta que yo quiero que me dé.
Te invito a que, por un momento, mires este relato desde la perspectiva de Jesús. Podemos imaginarlo pensando que después de todo lo que han vivido juntos, todavía no comprenden cuánto los ama.
Jesús los amaba tanto que permitió quedaran atrapados en la tormenta. Claro, Él no dejaría que se ahogaran. Por eso luego les pregunta: «¿Por qué tenían tanto miedo?» Y, «¿dónde estaba su fe?» Jesús nos hace esas preguntas hoy a nosotros.
Ellos habían vivido junto a Él y lo vieron hacer muchos milagros. Jesús los había llamado para que fueran sus amigos más cercanos, pero su fe aún necesitaba crecer.
Hermanos, leemos la Palabra para lograr intimidad con Jesús y para conocerlo más. Para que nuestra fe crezca y para enamorarnos más de Él.
El demonio quiere sembrar miedo y dudas en tu corazón. No quiere que creas en el amor de Dios.
Mientras, Dios quiere que experimentes todo su amor, que lo descubras y que comprendas cuánto te ama. Él quiere que pongas su amor por ti como el fundamento de tu vida.
A pesar de los problemas y dificultades que puedas tener, ten por seguro que Dios no te va a abandonar ni dejar que te ahogues. Como dice el Salmo 106: «Apaciguó la tormenta en suave brisa.»
Gracias Señor porque sé que lo que permites en mi vida obra para bien. Te amo Jesús.
¡Adelante con fe!
Diácono Richie
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