Una era de comunicaciones, libertades y derechos

Esta mañana, escuchando las noticias en la televisión, pensaba en cómo vivimos en “la era de las comunicaciones”… desde la prensa escrita hasta la televisión por cable… desde los teléfonos celulares hasta la Internet… desde los blogs hasta las redes sociales… queremos estar al tanto de todo y llegamos casi hasta la obsesión por saber las cosas que pasan al otro lado del mundo… sin embargo, prestamos poca atención a lo que sucede dentro de nuestras familias…

Es irónico, digo yo… pero en la era de las comunicaciones es cuando menos comunicación tenemos en nuestro entorno familiar… entre los esposos… entre padres e hijos… antes las familias se reunían para cenar juntas, ese era un momento de diálogo… de ponerse al día sobre las cosas que habían transcurrido durante el día… compartían sus vidas, sus sueños, sus logros, sus preocupaciones… pero ahora cada cual está por su lado… y conocemos más de la vida de los artistas de Hollywood, que la de aquellos que comparten nuestro propio techo…

Más triste aún, hemos perdido la más importante de todas las comunicaciones: nuestra comunicación con Dios… no oramos u oramos muy poco… y nuestra vida espiritual se reduce, si acaso, a ir a Misa los domingos… a la carrera y con la mente puesta en lo que haremos después…

Lamentable, ¿verdad…? Pero eso no es todo… la era de las comunicaciones no llegó sola… Nooooo…! Le acompañan la “era de las libertades” y la de “los derechos humanos”… libertad de expresión… libertad de culto (o de la ausencia de él)… libertad de pensamiento… la libertad de hacer lo que me dé la gana y cuando me dé la gana… claro, yo tengo “derechos”… derecho a un trabajo bien remunerado, aunque a cambio tenga que entregar mis principios y mi dignidad… derecho a una educación de calidad, donde no se mencione a Dios ni la religión, pero me enseñen todo lo relacionado al sexo… derecho a elegir mi “preferencia sexual”, y mi derecho a que esa “preferencia” sea aceptada como algo normal y hasta deseable por todos…

Resulta cínico cómo en esta era de las libertades y de los derechos abogamos por el derecho de abortar, pero negamos el derecho a la vida que tiene el feto… defendemos la libertad de expresión, pero me critican o me llaman fundamentalista si hablo de Dios o me expreso a favor de mis creencias religiosas… respaldamos la libertad de pensamiento, siempre y cuando piensen igual que yo…

Pero si somos honestos, comprenderemos que en esta era de las libertades es cuando menos libre somos… somos esclavos del dinero, y hacemos cualquier cosa por acumular bienes materiales… somos esclavos de nuestras pasiones, y una sexualidad enfermiza y desenfrenada domina nuestros medios de comunicación… somos esclavos de la droga, y nos cruzamos de brazos mientras nuestros jóvenes mueren a causa de este asesino silencioso… somos esclavos de nuestros prejuicios religiosos, que nos llevan a etiquetar como anticuado o retrógrado todo lo que hable de Dios…

¿Y saben algo?… la culpa no es de la ciencia ni de la tecnología… la culpa no es de la búsqueda de la equidad y justicia social… no… la culpa es de nuestra soberbia… de pensar que según más “avanzamos”, menos necesitamos de Dios… así que lo hemos sacado de nuestros hogares… de nuestras escuelas… de nuestros trabajos… de nuestros gobiernos… y hasta de nuestras vidas… nos hemos acostumbrado a vivir sin Él… y ahora estamos pagando las consecuencias…

Un día, hablando con un amigo sobre este tema, me dijo que habían límites en la libertad que cada cual reclama… y me soltó una frase muy trillada: “mis derechos terminan donde comienzan los derechos de mi prójimo”… ¿suena bonito, verdad?… ¡si hasta usamos la palabra “prójimo”…! El problema con esta forma de pensar es que esa libertad no está regulada por un modelo moral, sino por lo que mi prójimo me permita hacer… y, lamentablemente, en nuestra sociedad, el prójimo ha permanecido en silencio mientras unos pocos reducen la frontera entre tus y mis derechos…

La verdadera libertad, la que garantiza todos los derechos del ser humano y de toda la creación, no radica en legislaciones o leyes… no se encuentra en mis preferencias o las tuyas… no depende de relativismos ni fronteras… ni siquiera está en las masas o en las mayorías… sino en la Verdad que nos hace libres… y esa Verdad es solamente Una… su nombre es Jesucristo…

Comentarios

  1. Señor como hago para ser una buena hija no quiero discutir con mi papa trato de respetarlo dime si estoy equivocada comenze a trabajar pago una cuenta aporto en la casa no es mucho y tambien hago un pequeño super sabes bien mi salario no es mucho 490 tengo que doblar para q suba no crees q es justo si mi hermano a quien le caigo en la punta del pie da 80 yo no doy igual aporto 60 dependiendo del salario si doblo jornada no crees que mi mama haga un buen super doy el dinero no hay ni leche mi mama tiene un vicio juega loteria y bingo oro ella me dice que la q tiene que cambiar soy yo

    maziel
  2. Esto espara reflexionar mucho pues es tal la falta de comunicación, que hasta llega a comunidades religiosas, donde ya el hermano no se mete con uno para que uno no se meta con él, como quien dice: no te corrijo, no te llamo la atención para que tú no me toques ni te metas con migo….. cayendo la comunidad en un silencio total y en un estancamiento que se ve que no estamos caminando en la doctrina de nuestro Señor Jesucristo y mucho menos estamos creciendo espiritualmente, es para pensarlo y mucho. De ante mano mil gracias por estas reflexiones y un abrazo en Cristo Jesús, María y José. Rosalba

    Marìa Rosalba

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