San Pedro Crisólogo
“…la Virgen se ha convertido verdaderamente en madre de los vivientes mediante la gracia, Ella que era madre de quienes por naturaleza estaban destinados a la muerte” (Sermón 140, 4; PL 52, 557B-557B).
El sacerdote Sedulio
“Una sola ha sido la mujer por la que se abrió la puerta a la muerte y una sola es también la mujer a través de la cual vuelve la vida” (Himno 1,5-8; CSEL 10, 153; PL 19, 753).
San Venancio Fortunato
“Oh excelente belleza, oh mujer que eres la imagen de la salvación, potente por causa del fruto de tu parto y que gustas por tu virginidad, por tu medio la salvación del mundo se ha dignado nacer y restaurar el género humano que la soberbia Eva ha traído al mundo” (In Laudem Sanctae Mariae; PL 88, 276-284).
San Fulgencio di Ruspe
“…la bondad divina ha realizado este plan para redimir al género humano: por medio de un hombre, nacido de una sola mujer, a los hombres les ha sido restituida la vida” (La fe, al diácono Pedro, 18; CCL 91, 716-752; PL 65, 675-700).
San Cirilo de Jerusalén
“Por medio de la Virgen Eva entró la muerte; era necesario que por medio de una virgen, es decir, de la Virgen, viniera la vida…” (Catequesis, XII, 15; PG 33, 741).
El Pseudo-Gregorio Niceno
“…de la Virgen Santa ha florecido el árbol de la vida y de la gracia… De hecho, la Virgen Santa se ha hecho manantial de vida para nosotros… En María solamente, inmaculada y siempre virgen, floreció para nosotros el retoño de la vida, ya que sola ella fue tan pura en el cuerpo y en el alma, que con mente serena respondió al ángel…” (Homilía sobre la Anunciación; La Piana, 548-563).
San Romano, el Melode
“Joaquín y Ana fueron liberados de la vergüenza de la esterilidad y Adán y Eva de la corrupción de la muerte, oh Inmaculada, por tu natividad. Esta festeja hoy tu pueblo, rescatado de la esclavitud de los pecados, clamando a ti: «La estéril da a luz a la Madre de Dios, madre de nuestra vida»” (Himno de la Natividad de Maria; Maas-Trypanis I, 276-280).
San Proclo de Constantinopla
“Ha sido sanada Eva… Por eso le decimos: «Bendita tú entre las mujeres» (Lc 1,42), la sola que has curado el dolor de Eva, la sola que enjugaste las lágrimas de la atribulada…” (Homilía V sobre la Madre de Dios; PG 65, 715-727).
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