BENEDICTO XIII, en 1725, fijó definitivamente la fiesta de los desposorios de José y María para el 23 de enero. Este mismo Papa, el 19 de diciembre de 1726, mandó colocar el nombre de san José en las letanías de los santos.
El PAPA PÍO IX, queriendo poner la Iglesia bajo la especial protección de san José, lo nombró patrono de la Iglesia universal el 8 de diciembre de 1870, por la encíclica Quemadmodum Deus. Eran tiempos muy difíciles, pues el Papa estaba prisionero en su palacio del Vaticano. Unas semanas antes, las tropas piamontesas se habían apoderado de Roma. El mismo día de la proclamación de san José como patrono de la Iglesia, los fieles de Roma, que habían asistido a los oficios, fueron insultados y maltratados a la salida de la Iglesia. Por la noche, bajo las ventanas del Vaticano, unos indeseables gritaron: ¡Muera el Papa!
Este mismo Papa, en su Breve Inclytun Patriarcham, del 7 de julio de 1871, dice: El ilustre patriarca, el bienaventurado José, fue escogido por Dios prefiriéndolo a cualquier otro santo para que fuera en la tierra el castísimo y verdadero esposo de la Inmaculada Virgen María y el padre putativo de su Hijo único. Y con el fin de permitir a José que cumpliera a la perfección un encargo tan sublime, lo colmó de favores absolutamente singulares. Por eso, es justo que la Iglesia católica, ahora que José está coronado de gloria y honor en el cielo, lo rodee de magníficas manifestaciones de culto y lo venere con una íntima y afectuosa devoción.
LEÓN XIII, en la encíclica Quamquam pluries, del 15 de agosto de 1889, dice: Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial patrono de la Iglesia y por las que, a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús… José, en su momento, fue el custodio legítimo y natural, cabeza y defensor de la Sagrada Familia… Es, por tanto, conveniente y sumamente digno del bienaventurado José que, lo mismo que entonces solía tutelar santamente en todo momento a la familia de Nazaret, así proteja ahora y defienda con su celeste patrocinio a la Iglesia de Cristo.
PÍO XI declaró el 19 de marzo de 1935: José es quien lo puede todo cerca del divino Redentor y cerca de su divina Madre, de una manera y con una autoridad que superan las de un simple depositario. Y el 19 de marzo de 1938 decía: La intercesión de María es la de la madre, no vemos qué es lo que su divino Hijo podría negarle a tal madre. La intercesión de José es la del esposo, la del padre putativo, la del jefe de familia; no puede dejar de ser todopoderosa, pues nada pueden negarle Jesús y María a José, que les consagró toda su vida y a quien realmente debieron los medios de su existencia terrestre.
El PAPA BENEDICTO XV incluyó el nombre de san José en las invocaciones Bendito sea Dios, después de la Exposición del Santísimo Sacramento.
PÍO XII en 1955 designó el primero de mayo como fiesta de san José obrero, encomendando a todos los obreros del mundo a su patrocinio.
JUAN XXIII era muy devoto de san José a quien lo nombró patrono del concilio Vaticano II y estableció que se incluyera su nombre en el canon de la misa.
PABLO VI dijo: san José fue un hombre pobre, honesto, laborioso, pero tiene una insondable vida interior. San José es un hombre comprometido, todo para María y para Jesús. Para él los trabajos, las responsabilidades, los riesgos, los afanes de la pequeña y singular familia. Para él, el servicio; para él, el trabajo; para él, el sacrificio en la penumbra del cuadro evangélico, en el cual nos place contemplarlo y ciertamente con razón llamarlo dichoso y bienaventurado… San José es el modelo de los humildes que el cristianismo eleva a grandes destinos; san José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo, no se necesitan grandes cosas, sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas (Homilía del 19 de marzo de 1969).
“San José es el hombre justo, que lleva consigo todo el patrimonio de la antigua Alianza” (Redemptoris custos 32).
San José, el más santo de los santos
Padre Ángel Peña, OAR
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