San Juan Eudes, cuya memoria recordamos hoy, fue un eterno enamorado del Corazón de Jesús y María. Hablaba de ambos Corazones como uno solo porque, aunque eran distintos y el Corazón de Jesús sobrepasa infinitamente al de su Madre, la unión entre ellos es tal que se confunde el corazón de María en el de Jesús. Podríamos decir que Jesús es el Corazón de María.

Te saludamos,
Corazón santo de Jesús y de María.
Te adoramos,
Corazón manso,
Corazón humilde.
Corazón puro.
Te alabamos,
Corazón sacerdotal,
Corazón sabio,
Corazón paciente.
Te glorificamos,
Corazón obediente,
Corazón atento a la voluntad del Padre,
Corazón fiel.
Te damos gracias,
Corazón, fuente de felicidad,
Corazón misericordioso,
Corazón amante.
Te amamos
con todo nuestro corazón,
con toda nuestra voluntad,
con todas nuestras fuerzas.
Te ofrecemos nuestro corazón,
te lo entregamos,
te lo consagramos,
te lo inmolamos.
Recíbelo y poséelo enteramente,
purifícalo,
ilumínalo,
santifícalo.
Vive y reina en él,
ahora y por siempre jamás.
Amén.
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AMÉN.
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