Revisando algunas notas sobre el Pregón Pascual para la publicación de hoy, me encontré con esta hermoso poema de Padre Rufino María Grández, dedicado a la abejita de cuya cera se elaboró el Cirio Pascual. Tanta importancia debemos darle al Cirio, como símbolo de Cristo, que hasta las abejas que sirvieron de instrumento para su confección son importantes… ¡imagínate, entonces, si la abejita es importante, cuánto más lo seremos los seres humano que Dios dio su vida para salvarnos!
Abejita de Pascua
Al eco del Pregón pascual componemos este poema de amor para cantar a la Aaejita que con su cera virgen labró – “argumentosa” – el Cirio de Pascua, proyección visible de Cristo Resucitado.
La creación, al contacto con el cuerpo del Señor Jesús, se convierte en misterioso sacramento de una Presencia. El agua se hace agua santificadora en el bautismo; el aceite que destila el olivo se hace crisma de consagración. La cera de la madre abeja (apis mater, del Pregón Pascual) se hace Cirio Pascual.
La participación salvífica de toda la creación en el proyecto de Dios se había cantado ya en la primera Pascua, cuando en el libro de la Sabiduría se reflexiona, con motivo de las Plagas, sobre cómo toda la creación está en manos de Dios, y adquiere propiedades varias al servicio de los elegidos (Sb 5,17; 16,24; 19,6).
Al fin, san Pablo la verá en un trance de parto, en espera de participar, todos juntos, “en la gloriosa libertad de los hijos de Dios” (Rm 8,21).
Por eso, porque la abejita fue santificada por la santa resurrección de Jesús, por eso le cantamos.
Mi gentil abejita,
abejita de Pascua,
hoy por ti guardo un verso,
que me sale del alma.
Limosnera de amor
que las flores emanan,
te alimentas de esencias,
de belleza te sacias.
Vas libando jardines
y volando montañas,
y en dulzura y servicio
tu comida la cambias.
De perfumes te sacias,
y la miel nos regalas;
y nos das cera virgen
para hacer nuestra lámpara.
Por el Cirio te canto,
por su fúlgida llama:
tú lo hiciste, amorosa,
con tu enjambre de hermanas.
Eres carne de Cristo
en la cera sagrada,
sacramento y fulgor
que hacia el cielo se alza.
Abejita sin nombre,
madrecita cargada,
tú lo hiciste en miríadas,
como obrera agraciada.
Y esta Noche de gloria
es tu Noche esperada,
madre abeja presente,
dulcemente cantada.
Para ti hoy desciende
de Jesús en la patria,
bendición y hermosura
y ternura a tus alas.
Mi pequeña abejita,
eres luz y alabanza:
en el mundo universo
¡eres Cirio de Pascua!
Fuente: Mercaba.org
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