Seguramente alguna vez nos hemos cuestionado:
- ¿Por qué sufrir? No tiene sentido.
- ¿Por qué tanto drama? Quiero resultados ahora.
- ¿De verdad Dios podrá ayudarme? Pues que lo haga, ya sufrí suficiente.
Estas y otras preguntas que nos hacemos son tentaciones del enemigo. Astutamente el demonio nos va confundiendo, porque son preguntas que no tienen una respuesta sencilla y poco a poco va minando nuestra esperanza. Hasta que caemos en la frustración y el sinsentido.
Todos somos tentados, hasta Jesús lo fue. En el Evangelio de hoy (Mateo 4, 1-11), vemos que Jesús las enfrentó con la Palabra. Orar con las Lecturas diariamente nos da la fuerza y las herramientas para, entre otras cosas, enfrentar y superar las tentaciones.
No es con nuestras fuerzas que vamos a salir adelante. Ese es un error común, por eso volvemos a caer. Es con la fuerza de la Palabra, es con la fuerza del Espíritu Santo.
El Señor escoge a sus mejores soldados para la batalla. Si estás luchando fuerte tu batalla, no desfallezcas. Ánimo, que esto es una lucha de cada día. Jesús, al ser tentado hizo su elección y espera que tú hagas la tuya.
¡Adelante con fe!
Diác. Richie
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AMÉN.
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