esta noche es Nochebuena…

Hay un villancico que dice “esta noche es Nochebuena, y mañana es Navidad”… pero ¿qué significado tiene esto para un cristiano?… ¿qué hace especial esta noche y el día de mañana?

Quiero compartir con ustedes parte de la homilía que San Bernardo, un monje y doctor de la Iglesia que vivió a comienzos del siglo XII, preparó especialmente para esta noche, víspera de Navidad…

El tesoro escondido

Hoy, los prodigios se multiplican, las riquezas abundan porque el tesoro está abierto: la que da a luz es madre y virgen, el que nace es Dios y hombre… Este tesoro hay que esconderlo en un campo (Mt 13,44): que el matrimonio de la madre esconda a los ojos del mundo su concepción virginal, que las lágrimas del recién nacido sustraiga a las miradas humanas este parto sin dolor. ¡Esconded, María, sí, esconded el esplendor del sol naciente! (Lc 1,78) ¡Acostad a vuestro niño en un pesebre, envolvedlo en pañales, porque estos pañales son toda nuestra riqueza. Los pañales del Señor son más preciosos que la púrpura. Su pesebre más regio que los tronos dorados de los reyes. La pobreza de Cristo sobrepasa en valor todas las fortunas y todos los tesoros.

En efecto, ¿hay riqueza más preciosa que esta humildad que nos hace posible ganar el reino de los cielos y adquirir la gracia divina? Está escrito: “Dichosos los pobres en el espíritu porque el reino de los cielos es para ellos” (Mt 5,3) y el apóstol afirma: “Dios resiste al orgulloso y concede su gracia al humilde” (Sant 4,6). Mirad con qué insistencia el nacimiento del Salvador nos recomienda la humildad. Viniendo a este mundo se anonadó a sí mismo y tomó forma de esclavo, pasando por un hombre cualquiera (cf Fl 2,7).

Esta noche nace el Salvador… nuestro Rey, nuestro Señor… esta noche nace en el más humilde de los lugares… entre animales y suciedad… nace como el más pobre de los pobres… ese, que es Dios mismo, nace como la más humilde de las criaturas de Dios…

Nace frágil e indefenso… con toda la fragilidad de nuestra naturaleza humana… y se pone en las manos de José y María… ¡cuánta confianza tiene Dios ellos!… ¡y cuánto gozo deben haber sentido ellos al tomarlo entre sus brazos por primera vez!

De nuevo, esta noche, Jesús nace en nuestros corazones… y como José y María, nosotros lo acogemos con júbilo, con gozo, con alegría… y lo apretamos muy fuerte a nuestro pecho… y queremos protegerlo… guardarlo… mimarlo… para que siempre permanezca aquí… con nosotros… en nosotros…

Ese el verdadero tesoro… y es el más maravilloso de los regalos que vamos a recibir el día de mañana… el niño Dios que llega a nuestras vidas para iluminarlas con su amor…

Que Dios los bendiga en esta Nochebuena… y todas las noches de sus vidas… porque hace dos mil años hubo la más “buena” de las noches… y desde entonces, cada día es Navidad…

Comentarios

  1. Sobre el se posar el espiritu del Sr. espiritu de saviduria y de inteligencia, espiritu de consejo y de fortaleza.

    Enrique y Jessica

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