El cuento del burro

Un burro llegó a su casa muy contento. Su madre, al verlo tan feliz y orgulloso, le pregunto:

— ¿Por qué tanta alegría, hijo?

— Madre, hoy cargué sobre mi lomo a un tal Jesucristo y cuando entramos a Jerusalén todos me decían “¡Hosanna! ¡Viva! ¡Salve! ¡Viva! ¡Viva!” … y me lanzaban flores y ponían palmas de alfombra bajo mis pies.

Su madre, disimulando una sonrisa en sus labios, le sugirió:

— Mijo, por qué no vuelves mañana a la ciudad, pero esta vez no cargues a nadie.

Al otro día, el burro salió muy decidido hacia Jerusalén, pero cuando regresó a su casa, venía cabizbajo, llorando y muy triste.

— Madre, no puede ser, pasé desapercibido entre las personas. Nadie se fijaba en mí, solamente uno que terminó echándome de la ciudad.

Su madre lo miró con ternura y le dijo:

— Hijo mío, siempre debes recordar una cosa: tú sin Jesús eres solamente un burro.

~*~*~*~

Esta historia se inspira en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Entrada donde le recibieron como se recibe al más grande de los Reyes… aunque unos días más tarde, esos mismos que le vitoreaban acabaron crucificándole como al peor de los ladrones.

En un par de semanas nos dispondremos a terminar este año litúrgico con la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, para luego adentrarnos poco a poco en el tiempo de Adviento, que nos prepara para recibir a ese mismo Rey, pero en la figura de un Niño pobre e indefenso que nace entre animales en un establo.

Creo que nos vendría bien que meditemos esta historia. No fijándonos en lo simpática que pueda parecernos la ignorancia e ingenuidad del burrito, que pensaba que los gritos y la algarabía eran por él. Sino reflexionando en las veces que nosotros, de la misma forma, pensamos que las cosas que acontecen a nuestro alrededor son producto de nuestra presencia o de nuestro esfuerzo. Que así como el Adviento es tiempo de preparación para recibir al Niño Rey, que estas dos semanas nos sirvan de preámbulo para recibir al Rey del Universo… que también debería ser el Rey de nuestras vidas y nuestro corazón.

Comentarios

  1. Me encantó el cuento. Sin duda, una gran lección.

  2. DIOS LES BENDIGA RUMUALDO Y COMPAÑER@, HERMOSO CUENTO COMPARTIDO POR UDS.

    Pedro Arsenio Lavarreda Anleu

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