Hoy vengo ante tu nacimiento
deseando acoger tu Misterio de amor.
El Altísimo se hace el “Bajísimo”,
la Omnipotencia se torna flaqueza,
la fuerza y el poder se cambian en debilidad,
la riqueza plena se despoja hasta la marginación.
Dios entra en la vida humana haciéndose niño.
Eres el Dios con nosotros, la vida compartida,
la tienda puesta entre nuestras casas.
Aspiras nuestro aire y nuestros olores,
nuestras penas y nuestras alegrías,
nuestras ansias y nuestras frustraciones.
Nos acompañas cada día y cada segundo,
estás más presente a mi vida que mi propio aliento.
No haces nada y me sostienes siempre.
Eres el estímulo de mi libertad y de mis búsquedas,
el dinamismo de mi dinamismo,
el impulso de todo lo mejor de mi vida.
Señor encarnado, Dios de la cercanía,
te adoro, te alabo y te doy gracias.
Mi corazón se alegra con tu llegada,
de de cada instante y cada día,
la llegada de tu Navidad permanente
a nuestra humanidad llagada y a mi corazón ansioso.
Amén.
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