- Nunca creer que somos los primeros que han leído la Santa Escritura. Muchos, muchísimos a través de los siglos la han leído, meditado, vivido, transmitido. Los mejores intérpretes de la Biblia son los santos.
- La Escritura es el libro de la comunidad eclesial. Nuestra lectura, aunque sea a solas, jamás podrá ser en solitario. Para leerla con provecho, hay que insertarse en la gran corriente eclesial que conduce y guía el Espíritu Santo.
- La Biblia es “Alguien”. Por eso se lee y celebra a la vez. La lectura mejor de la Biblia es la que se hace en la Liturgia.
- El centro de la Santa Escritura es Cristo; por eso, todo debe leerse bajo la mirada de Cristo y cumplido en Cristo. Cristo es la clave interpretativa de la Santa Escritura.
- Nunca olvidar que en la Biblia encontramos hechos y dichos, obras y palabras íntimamente unidas unas con otras; las palabras anuncian e iluminan los hechos, y los hechos realizan y confirman las palabras.
- Una manera práctica y provechosa de leer la Escritura es comenzar con los santos Evangelios, seguir con los Hechos y las Cartas e ir entreverando con algún libro del Antiguo Testamento: Génesis, Éxodo, Jueces, Samuel, etcétera… No querer leer el libro del Levítico de corrido, por ejemplo. Los Salmos deben ser el libro de oración de los grupos bíblicos. Los profetas son el “alma” del Antiguo Testamento: hay que dedicarles un estudio especial.
- La Biblia se conquista como la ciudad de Jericó: dándole vueltas. Por eso, es bueno leer los lugares paralelos. Es un método entretenido, pero muy provechoso. Un texto esclarece al otro, según aquello de San Agustín: “El Antiguo Testamento queda patente en el Nuevo y el Nuevo está latente en el Antiguo”.
- La Biblia debe leerse y meditarse con el mismo Espíritu con que fue escrita. El Espíritu Santo es su autor principal y es su principal intérprete. Hay que invocarlo siempre antes de comenzar a leerla y al final, dar gracias.
- Nunca debe utilizarse la Santa Biblia para criticar y condenar a los demás.
- Todo texto bíblico tiene un contexto histórico donde se originó y un contexto literario donde se escribió. Un texto bíblico, fuera de su contexto histórico y literario, es un pretexto para manipular la Palabra de Dios. Esto es tomar el nombre de Dios en vano.
Comentarios
Dios te pegue SR: Romualdo; tu orientación con este decálogo es muy importante para todos aquellos que tenemos sed de aprender y conocer mas de Jesús, de las sagradas escrituras. El espíritu santo derrame sobre ti su bendición, y te sobreabunde cada día de mas conocimiento, entendimiento y sabiduría para que así , nos continúes transmitiendo tus conocimientos. Y la virgen Maria con su santo escapulario guíe tus pasos.
Amen.
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