Celebremos la Misa: la presentación de los dones

Una vez terminada la oración de los fieles (recuerdas, hablábamos de ella la semana pasada) comienza propiamente la liturgia eucarística y lo primero que hacemos es la presentación de los dones. En nuestra celebración, cuando llega este momento, nos sentamos. Pero—escucha bien—esto no significa que no hacemos nada. Al contrario, este es el momento de ofrecerle al Señor toda nuestra vida. Te explico…

la presentación de los dones

El pan, que se convertirá en el Cuerpo de Jesús, está hecho de muchos granitos de trigo. Eso tiene un significado muy profundo, porque el sacerdote, junto con el pan, le está presentando a Dios todas las pequeñas cosas que nosotros—la asamblea—ponemos sobre el altar: el esfuerzo de nuestro trabajo, las pequeñas mortificaciones, nuestras alegrías y penas, las diversiones del día, las luchas por sacar adelante nuestros proyectos, los detalles de cariño que hemos tenido con otros, las veces que servimos a los demás… en fin, toda nuestra vida.

En ese momento podemos hacer una pequeña oración en nuestro interior: “Señor, te ofrezco todo lo que tengo y todo lo que soy: mis planes y proyectos, mis sacrificios y alegrías, todo te lo entrego. ¡Quiero ser todo tuyo!” Imagínate muy pequeñito sobre la patena. Allí, junto al pan y junto a toda la asamblea, esperando que tu vida sea transformada en “ofrenda agradable a Dios”.

Algo parecido sucede al ofrecer el vino. Si te fijas, el sacerdote le añade unas gotas de agua al vino que ha puesto en el cáliz. Esas gotas de agua tienen un doble significado. Por una parte significan la unión de la divinidad (vino-Sangre) y la humanidad (agua) de Jesús. Pero esas gotas también nos representan a nosotros, que nos hacemos participes del sacrificio de Jesús. No lo escuchamos, pero el sacerdote habla con Dios muy bajito y le dice: “El agua unida al vino, sea signo de nuestra participación en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana”.

Quiero contarte algo que tal vez nos ayude a entender un poco mejor esta parte de la Misa. ¿Has oído hablar sobre Catalina Rivas? Ella recibió la gracia de poder ver todo lo que sucedía durante la celebración de la Eucaristía. No sólo lo pudo ver, sino que la Virgen le fue explicando algunas partes. Al llegar al momento del ofertorio, Catalina vio muchos ángeles que caminaban hacia el altar. María le dijo que eran los ángeles de la guarda de las personas que estaban en la Misa. ¡Ellos llevaban en procesión las ofrendas que cada uno le ofrecía a Dios! Pero Catalina observó que algunos ángeles iban tristes, pues no les habían entregado nada que ofrecerle a Dios… eran los ángeles guardianes de aquellos que estaban en la Misa sin estar.

Este domingo, cuando llegue el momento del ofertorio y el coro comience a cantar, retírate un momento a tu interior y entrégale tu vida al Señor. ¡Toda tu vida! Con las cosas buenas que hay en ti… y también con esas cosas que quieres que Él transforme. Pídele a tu ángel de la guarda que las lleve hasta el altar y las deposite en la patena y el cáliz, junto al pan y al vino que se transformarán en el Cuerpo y la Sangre de Jesús.

¡Feliz domingo y feliz Eucaristía!!!


Estas pequeñas cápsulas están inspiradas en el app iMisa y el libro “La misa: antes, durante y después”, ambos del Padre José Pedro Manglano; así como otras fuentes.

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