Un nuevo año, un nuevo inicio, una nueva oportunidad de cambiar y hacer mejor las cosas. ¿Qué te parece si nos embarcamos en una verdadera transformación interior? Seamos realistas, TODOS podemos profundizar en nuestra relación con Dios. Lo necesitamos y es parte de nuestro crecimiento espiritual… por eso, hoy quiero compartir contigo una lista* de propósitos para ayudarnos a comenzar este año agarrados de la mano de Dios.
- Conocer más a Dios a través de la oración.
- Agradecer a Dios por todo lo bueno en nuestra vida y consagrárselo a Él (familia, amigos, trabajo, estudio, noviazgo, etc.).
- Ofrecerle todo lo malo en nuestra vida (enfermedades, problemas económicos y legales, etc.), y buscar un director espiritual que nos ayude a comprender y seguir la Voluntad de Dios.
- Orar juntos, en familia, todos los días (para agradecer, alabar o pedir algo a Dios).
- Acercarnos más a la Eucaristía y la confesión, pero no por obligación sino por convicción.
- Unirnos más a María Santísima en la oración, pidiéndole que ella nos lleve hacia su Hijo Jesús.
- Conocer un poco más sobre nuestra fe a través de algún curso, taller o retiro, en alguna parroquia o centro de evangelización.
- Procurar que nuestro testimonio de vida sea reflejo del amor de un Dios vivo y maravilloso en dondequiera que vayamos o estemos.
- Participar de algún apostolado, grupo, comunidad o movimiento, por medio del que podamos servir a Dios y nuestros hermanos.
- Orar por las necesidades de los demás, y, en especial, por nuestros sacerdotes y religiosos que tanto lo necesitan.
- Hacer alguna obra de caridad, ofrendar un poco más en nuestra parroquia, cooperar con algún orfanato, asilo o misión, pero no por deber sino por amor.
- Y el más importante de todos: poner a Dios primero, como centro y razón de todo lo que hagamos.
Que el año que comienza no sea “uno más”, sino que marque el inicio de una vida más comprometida y arraigada en Cristo… ¿Te animas?
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