Salve, Virgen pura,
Salve, Virgen Madre,
Salve, Virgen bella,
Reina Virgen, Salve.
Gózate, María,
Patrona del Carmen,
con las alabanzas
que dan tus cofrades.
Tu amparo buscamos
benigno y suave,
hoy los desterrados
en aqueste valle.
Eres del Carmelo
la Pastora amable,
que tus ovejuelas
das pasto suave.
A Ti, pues, clamamos
buscando piedades:
¡Ea, pues, Señora,
no nos desampares!
Es tu Escapulario
la cadena grande
con que se aprisiona
el dragón infame.
Vuelve ya a nosotros
¡oh piadosa Madre!
tus benignos ojos,
llenos de piedades.
Pues con tu defensa
viven tus cofrades
libres de peligros
y de todos males.
Muéstranos, María,
benigno y afable,
de tu puro vientre
el fruto admirable.
Es contra el Infierno
tu poder tan grande,
que libras las almas
de eternos volcanes.
Si, por nuestras culpas,
penas a millares
merecemos todos,
tu favor nos salve.
Y, si al Purgatorio
bajan tus Cofrades,
pedimos, Señora,
que al punto los saques.
¡Oh clemente! ¡oh pía!
¡oh cándida ave!
¡oh dulce María!
¡Salve! ¡Salve! ¡Salve!
Comentarios
AMÉN.
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