En muchas casa vemos que al comenzar el Adviento ponen, como centro de mesa, una corona con varias velas. Esta “corona”, además de ser un elemento decorativo, anuncia que la Navidad se acerca y debemos prepararnos.
La corona de Adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos, que durante el frío y la oscuridad de invierno, colectaban ramas verdes y encendían fuegos esperando que regresaran la luz y el calor del sol en primavera.
Pero la corona de Adviento no representa una concesión al paganismo, todo lo contrario. Es un ejemplo de la cristianización de la cultura, donde lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. La Escritura nos dice que Él vino para hacer todas las cosas nuevas, y esta es una de las muchas instancias donde vemos que esta Palabra cobra vida.
En esta nueva realidad, los cristianos supieron reconocer la enseñanza de Jesús: “Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8, 12). Por eso, la luz de las velas que encendemos cada semana nos recuerda a Cristo que vence la oscuridad. De la misma forma, nosotros, unidos a Jesús, también somos luz: “Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte” (Mateo 5, 14).
En el siglo XVI, los católicos y protestantes alemanes comenzaron a usar la corona como símbolo para celebrar el Adviento. Aquellas costumbres primitivas contenían una semilla de verdad que ahora podía expresar la Verdad suprema: Jesús es la luz que ha venido al mundo, que está con nosotros y que regresará con gloria. Las velas anticipan la venida de la luz en la Navidad: el nacimiento de Jesucristo.
La corona de Adviento se hace con follaje verde sobre el que se insertan cuatro velas. Tres velas son violeta y una es rosa*. El primer domingo de adviento encendemos la primera vela y cada domingo siguiente encendemos otra hasta llegar a la Navidad.
El color morado representa el espíritu de vigilancia, penitencia y sacrificio que debemos tener al prepararnos para la llegada del Señor. La vela rosa corresponde al tercer domingo (lo llamamos “Gaudete”), y representa el gozo que sentimos ante la cercanía del nacimiento del Señor. Mientras se encienden las velas se hacen unas oraciones que les iremos compartiendo cada sábado.
La forma circular de la corona nos recuerda que Dios es eterno, pues no tiene principio ni fin. En los países fríos se escogen ramas de los árboles perenne (como el pino) que no pierden sus hojas en el invierno, para simbolizar que Dios no cambia. La luz de las velas representan la luz de Jesús, que se va haciendo más fuerte según se acerca su nacimiento en Navidad.
Con la corona de Adviento recordamos la larga espera de la humanidad que, después de caer en el pecado, vivía en oscuridad. El Pueblo de Israel recibió la promesa de parte de Dios y los profetas la mantenían viva en sus corazones. Nosotros, por el bautismo, estamos llamados a ser profetas y anunciar el reino de Dios. Es así que nosotros, en Cristo, también somos luz entre nuestras familias y comunidades.
* Si no conseguimos velas de esos colores aún se puede hacer la corona, ya que lo mas importante es el significado de la luz, que aumenta con la proximidad del nacimiento de Jesús. Jesús es la Luz del Mundo.
Fuentes: Corazones.org y EWTN.com.
Comentarios
¡Que el Señor me permita comenzar este Adviento con espíritu de Esperanza.
Que nuestro corazón espere con alegría el adviento como una nueva oportunidad del sentido que tiene el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, que ha venido a darnos amor, alegría, paz y todo lo mejor.
Tienes algo que decir
Te invitamos a comentar, aportar, sugerir, elogiar, objetar, refutar... sobre los temas y artículos que aquí presentamos.
Sigue nuestro grupo de oración en Facebook.