Esta es la quinta carta-reflexión que nos comparte Padre Jorge. En esta ocasión es la carta de un padre que ve a su hija atravesando por a dolorosa decisión de terminar su matrimonio y se muestra solidario, ofreciéndole su ayuda incondicional.
Carta a mi hija divorciada:
Hoy, después de salir del tribunal y ver cuánto has sufrido en todo este proceso, quiero describirte lo que ha significado en mí tu divorcio.
Te he visto crecer. Tu sueño era formar una familia con tu novio. Tener un matrimonio largo y fructífero.
Con cuánta ilusión te casaste. Las noches largas preparando invitaciones, el vestido de novia, de la madrina, las acompañantes, los recuerdos de las mesas… las tensiones de los días previos.
Me consta que ustedes se prepararon espiritualmente para el paso que iban a dar. Eran jóvenes creyentes tú y tu novio. No dieron pasos a la ligera. Participaron de todas las clases y cumplieron con los requisitos de la Iglesia.
Aquella mañana el templo estaba hermoso. Cuidaron de todos los detalles: flores, lecturas bíblicas escogidas para la ocasión, incluso, el sacerdote era amigo de ustedes. No faltó detalle. Te veías regia, hermosa con tu traje blanco. Desfilaste de mi brazo hacia el altar. Me sentía enormemente orgulloso de ti.
Todo concluyó tan bien o mejor cual se había planificado. La fiesta duró hasta la madrugada. Tus tíos y primos no se querían ir. ¡Por poco nos vamos detrás de ustedes para la luna de miel!
Luego quedaste embarazada de tu primer hijo (y mi primer nieto). ¡Qué alegría fue recibirlo! Tú y tu esposo lloraban de la alegría. Lo mismo sucedió con tu segundo y tercer embarazo. Todo parecía ir sobre ruedas.
El tiempo pasó. Siempre traté de respetar la intimidad de tu matrimonio. Sólo intervine cuando me pediste algún consejo. Pensé que tu matrimonio era uno exitoso.
Sin embargo, en estos últimos meses, viéndote pasar por la amargura del divorcio, me he dado cuenta que lo que empezó con tanta ilusión, se fue marchitando. Sé que tanto tú como tu esposo quisieron evitar este desenlace.
Recuerda que aquí tienes a tu padre. Lamento que todo haya terminado así. Tus hijos siempre contarán con su abuelo como tú puedes contar con tu padre.
El divorcio fue entre tú y mi yerno. No tengo rencor contra él. Le agradezco el tiempo que te hizo feliz y los tres hijos que con su colaboración tuviste. Ellos alegran cada uno de mis días.
Sé que ahora comienzas una etapa muy dura e inesperada. Estaremos a tu lado cada vez que nos necesites. ¡Saldrás adelante con la ayuda de Dios!
Te quiere,
Papá
P. JSC 10/03/2014
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