La carta número 11 de Padre Jorge va dirigida a una hija que padece una enfermedad terminal. No es una carta fácil pues no estamos acostumbrados a hablar sobre la muerte. Pero, como el mismo Padre Jorge dice, “celebrar la Pascua de Cristo nos debe llenar de esperanza a los que todavía peregrinamos por este mundo pues ésta no es nuestra casa definitiva, hay una vida, y vida en abundancia, que nos espera cuando emprendamos nuestro último y definitivo viaje”.
Carta a mi hija con una enfermedad terminal:
Aprovecho este tiempo de Pascua que recién estamos empezando para escribirte esta carta.
Celebrar la resurrección de Jesucristo significa también creer en la vida futura, en la certeza de que en esta vida terrenal no es la única que tenemos porque “la vida de los que en Ti creemos, Señor, no termina, se transforma; y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el Cielo” (prefacio de difuntos).
Yo creo en la vida eterna, en el cielo, en el paraíso que nos espera a los que creemos en Él. Tú también tienes esa misma fe.
La noticia de tu enfermedad me consternó. Yo también viví un periodo de negación. No podía entender, aunque me consideraba un hombre de fe, que algo así podría pasarle a uno de mis hijos. Recé cuanto pude por tu sanación. Canjeé, incluso, mi vida, por la tuya. Tú todavía eres joven. Yo he vivido lo suficiente.
Sin embargo, el ver cómo has ido aceptando tu enfermedad, me ha dado fuerzas para ir superando mi coraje e ir aceptando la posibilidad de tu muerte. No esperaba, que como padre, tuviera que presenciar la muerte de un hijo. Siempre creemos que los hijos subsisten a los padres.
Durante este tiempo te he demostrado cuánto te amo. Pero quiero que lo sepas nuevamente. Has sido un regalo del Creador en mi vida. Tu dolor me ha hecho crecer como persona, a ser compasivo, misericordioso, a aceptar con serenidad aun lo que no entiendo.
Quiero también que sepas que tienes un Padre en el cielo que te ama muchísimo más que yo. Que te recibirá con los brazos abiertos tan pronto toques a las puertas del paraíso. Allí sentirás lo que de veras es ser amada. Te encontrarás con tus abuelos y otros antepasados que aquí no tuviste la oportunidad de conocer. Vivirás con todos los bienaventurados que como tú se han salvado. Allá todo es alegría, paz, serenidad.
Sólo te pido que cuando puedas hablar con nuestro Señor, le pidas que me ayude a hallar consuelo. Que pueda tener fuerzas para enfrentar tu ausencia. Que seque mis lágrimas y me conforte en mi duelo. Dile que yo lo amo mucho y que no estoy enojado porque te haya arrancado de mis brazos, pero que comprenda mi dolor y me levante en los momentos que me sienta desfallecer por tu pérdida.
Por último, hija de mi alma, perdona mi rudeza al hablar de la palabra muerte, pero no podemos usar eufemismos ni engañarnos a nosotros mismos en esta etapa de tu enfermedad. Enfrentar la realidad nos hará más fuertes en el momento de la separación.
Te quiere,
Papá
P. JSC 21/04/2014
Comentarios
mi padre se fue al cieIo alla arriba esta con mi Dios esta bien pero como sufro padre por tu partida dicen qe el tiempo las heridas MENTIRA xq cada dia me duele mas esta semana me ha doli8do mas un año q t fuistes dia de los difuntos CRUZ xq me dejastes yo m siento cada dia peor aunq camino rio voy y vngo porq hay q hacerlo pero lo hago mal
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