A los sedientos que te buscan: que te hallen, Señor.
A quienes llaman a tu puerta: ábreles, Señor.
A quienes se encuentran abatidos: restáuralos, Señor.
A quienes están heridos: sánalos, Señor.
A quienes necesitan paz: dales tu Espíritu.
A quienes se sienten solos: recuérdales que allí tienen a María, su Madre.
A quienes tienen miedo o un corazón endurecido: cautívalos con tu mirada.
A quienes quieren mejorar su comunicación contigo: muéstrales la belleza de tu rostro.
A quienes anhelan una mayor intimidad contigo: abrázalos con el fuego de tu amor.
A quienes han descubierto el tesoro de tu Eucaristía: que perseveren a tu lado hasta el final.
A todos, concédeles que por obra del Espíritu Santo reciban la gracia de encontrase contigo, vivir la experiencia de tu misericordia y ser testigos de lo que han visto y oído en la oración.
Señor, que hoy prueben y quieran más. Amén.
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