Los Santos Inocentes

En este día, 28 de diciembre, la Iglesia celebra el día de los Santos Inocentes, y recuerda la cruel matanza que Herodes ordenó sobre los niños de Belén… estos son los primeros mártires del cristianismo… y como dijo San Gregorio de Nisa: “hoy comienza el misterio de la Pasión”…

«Y, avisados en sueños (los Magos) que no volvieran donde Herodes, se retiraron a su país por otro camino. Después que ellos se retiraron, el Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarle”.

Él se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto; y estuvo allí hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliera el oráculo del Señor por medio del profeta: “De Egipto llamé a mi hijo”.

Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos.

Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: “Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento: es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen”.»

(Mateo 2,12-18)

También en este tiempo tenemos nuestros “santos inocentes” que pierden su vida cada día a manos de crueles “Herodes”… durante este día, hagamos un alto en nuestras labores y elevemos una plegaria al Padre Celestial por aquellos que son víctimas de la violencia, el abuso y el abandono:

Señor y Padre nuestro… también nosotros, en esta sociedad que nos ha tocado vivir, estamos rodeados de muchos “Herodes”… tal vez más crueles y despiadados que aquel que envió a matar aquellos niños de Belén… el “Herodes” del aborto, que roba la vida de miles de bebés cada año… el “Herodes” de las drogas… de la pornografía… de la violencia… el “Herodes” de los hogares destruidos y las familias separadas… el “Herodes” de la falta de fe… de la desconfianza… de la deshonestidad… de la desesperanza… y del desamor…

Señor, cada día estos “Herodes” humillan y denigran a millones de niños y jóvenes… cada día les privan de la verdad… les despojan de la inocencia… les quitan su dignidad… les hieren y destruyen sus vidas… y, Señor, son muy pocos los que levantan su voz o hacen algo por ayudarlos… Te pido perdón por nuestra indiferencia… y te ruego, por la sangre de aquellos Santos Inocentes de Belén, que les protejas del mal que se alza sobre ellos…

Señor, nuestros niños y jóvenes no son los únicos “Inocentes” que hay a nuestro alrededor… en nuestro mundo también hay miles de “Inocentes” que son maltratados, humillados y asesinados por ser de otra “raza”… por tener “otro” color de piel… por creer o sentir distinto… o por el mero hecho de haber nacido en la pobreza…

Te rogamos, Señor y Dios nuestro, que abras nuestros ojos para que podamos reconocerles… al cruzar la calle… cada vez que encontramos un deambulante en un semáforo… cada vez que vemos un drogadicto tirado en una esquina… cada vez que escuchamos en las noticias sobre un hecho violento en un hogar… sobre otra mujer maltratada o asesinada a manos de su esposo… que no seamos meros espectadores de su desgracia, sino instrumentos de tu amor y tu misericordia…

Perdónanos, Señor amado… pero cada vez que vemos una injusticia y volvemos la mirada hacia otro lado… cada vez que escuchamos de un atropello o un abuso contra un hermano y guardamos silencio… cada vez que nos hemos cruzado de brazos en lugar de defender un “Inocente”, nos convertimos nosotros también en “Herodes”…

Por eso, en este día quiero pedirte que toques cada corazón.. comenzando por el mío, Señor… y pongas en nosotros un poquito de ese amor compasivo y misericordioso que hay en Tu Corazón… para que junto a Ti, pongamos nuestro esfuerzo en hacer un mundo más justo y mejor…

Comentarios

  1. Hola amiguito Romualdo, y a todos los amigos de la página. Hermoso mensaje que nos hace recapacitar, que nos hace reflexionar, que nos ayuda a pedir siempre, la ayuda del Señor. Porque cuantas veces hemos sido como este Herodes, que no supimos defender la palabra de Dios, cuantas y muchas veces hemos ofendido su amor, con nuestros actos. Cuantas y muchas veces no hemos sabido escucharlo, y dejar pasar tantas cosas que se perdieron en el camino y que no supimos valorar. Cuantas y muchas veces no hemos respondido a su llamado. Porque, estábamos perdidos. Perdidos en nuestras propias ideas, en nuestros propios intereses, en nuestra propia realidad. Que no nos dejaban despertar y ver más allá. Al dueño y Señor de Nuestras vidas. Por qué, con él. Somos. Por qué, con él. Vemos. Por qué, con él. Sentimos. Por qué, con él, somos piadosos. Porque él despierta nuestra mente y nuestro corazón, para aprender también, a orar. A orar, por los demás. Por los santos que nos rodean y que rezan por nuestra salvación. Porque en ellos el egoísmo quedó de lado. Su meta es el amor. Un amor que recibe. Un amor que fortalece. Un amor que entrega y que hace bien, a la humanidad. Porque, el sacrificio que se impusieron, era el darse a los demás. Y no ajeno. El Dios del cielo, a su clamor atento está. Tantos Santos en esta vida, que con su ejemplo. “Lecciones de vida nos dan”. Asegurándonos la salvación, si a Dios. Sabemos amar. Sed “Santos.” Nuestro Señor nos dice: Como vuestro Padre del cielo, lo es. Una tarea que se hace difícil, cuando nuestra fe, inconclusa, está. Pero en el trayecto de nuestras vidas, animándonos está, porque nos quiere mucho. Y de los pecados nos salvará. Haciendo de nosotros Hombres y mujeres nuevos. En su palabra y en su verdad. Caminemos, animosos. Porque un refugio hicimos de él. Ensalzando, su Santo, nombre. A mi Padre, le cantaré: SANTO, SANTO, SANTO. Eres tú. Mi Dios de amor. Dueño de mi vida y de mi corazón. Tantos santos en nuestras vidas que aprendimos a valorar. Cuando un sufrimiento, mayor al de sus fuerzas. Los hacía desfallecer. Pero cuando un santo, mira al cielo. Nuestro Padre. Se deja ver. Y sonriéndole le dice: Te quiero mi pequeñín. Porque el amor de un santo, es como el de un niño sin pecado. Limpio y puro, para el amor de Dios. Muchas personas, con diferentes distintivos en santidad. Y todos ellos, dignos de admirar. Porque con su amor y entrega, a Dios. Supieron amar. Pero Santo. No solo, es: Aquel, qué hizo votos, para entregarse al amor de Dios, en castidad. Hay muchos santos en esta vida. A quienes debemos honrar. Santo es: Todo aquel, que es: Agradable a los ojos de Dios. Santo, es aquel, que arrepentido, sufre por una grave enfermedad. Y de la cual decimos que, Allí, hay santidad. Santo es aquel o aquella, persona inocente que fue maltratada y ultrajada hasta dejarla sin vida. Santo, es aquel, que le toca ver, como muere uno de sus seres queridos. Y seguido, muere otro. Pero la persona, llora de dolor, pero no se va contra Dios, porque lo ama, y sabe que a él nos debemos. Al contrario con todo el dolor de su corazón. Le pide a Dios valentía, para poder afrontar, tales muertes con mucha resignación. Allí también hay santidad. Sí que hay santidad. Por qué, con un dolor así, solo Dios. Se lo sabe dar. Que nuestro padre del cielo, todopoderoso. Nos cuide y nos ampare y nos ayude a rezar por todos, todos los santos que nos rodean, y que sufren. Para aplacar sus penas y aliviarles su dolor. Y que Dios en su Divina Misericordia los llene de mucho amor. Bendiciones para todos mis amigos.

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